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Los expertos plantean la necesidad de revisar la duración de los tratamientos y de generar estrategias que reduzcan el uso de benzodiacepinas en pacientes que no las necesitan

Psicofármacos“El consumo de ansiolíticos en España está por encima de la media europea”, lo explicó Isabel Rosich, farmacéutica de atención primaria y coordinadora de farmacia del Servei d’Atenció Primaria del Alt Penedès- Garraf del Institut Català de la Salut durante la mesa redonda “Uso, abuso y deshabituación de los psicofármacos” que se celebró en el marco de Infarma Barcelona 2015, moderada por Mercè Barau, vocal del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona, y que contó también con la participación de Eduardo Mariño, catedrático de Farmacia Galénica y director de la Unidad de Farmacia Clínica y Farmacoterapia de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, y Rafael Maldonado, médico y catedrático de farmacología.

En su intervención, Eduardo Mariño apuntó que la tendencia creciente en el consumo de ansiolíticos se observa ya desde el año 2000. En este sentido, señaló la importancia de una correcta prescripción, ya que según datos recientemente publicados, el 22,5% de los pacientes se medican con algún tipo de fármaco que se considera inadecuado para administrar en personas mayores de 65 años y, entre estos, las benzodiacepinas son las más comunes. De hecho, Rosich explicó que los últimos datos de l’Institut Català de la Salud muestran que la población que más consume este tipo de fármacos son las mujeres de más de 65 años.

Por su parte Maldonado expuso el funcionamiento farmacológico a nivel cerebral de los fármacos hipnóticos y sedantes y el porqué de su comportamiento adictivo, remarcando los efectos adversos de estos y su vinculación en accidentes tanto de tráfico como domésticos. Aportó datos referentes al 2013-2014 del estudio “Edades”, llevado a cabo por el Plan Nacional sobre Drogas, que indica que los hipnosedantes son la tercera droga más consumida por los ciudadanos de entre 15 y 64 años, después del tabaco y el alcohol. “Es la droga que más ha aumentado su consumo desde 2011”, apuntó. “A mí lo que más me preocupa es que estos consumos se están extrapolando a la población juvenil”, un 11,6% de la población escolar de entre 14 y 18 años consume hipnosedantes. La tendencia en ambos sexos imita a la de la población adulta, de manera que las chicas consumen casi el doble que los chicos.

Rosich planteó en su intervención la necesidad de empezar a generar vías para retirar las benzodiacepinas a pacientes que no las necesitan, ya que, explicó, las guías de práctica clínica señalan que para el insomnio o la ansiedad se deberían prescribir durante tres o cuatro semanas. Sin embargo, la resistencia a la retirada por parte del paciente o los síntomas de abstinencia dificultan el abandono del tratamiento. Por todo ello, “es necesario implementar estrategias que faciliten la retirada de este tipo de fármacos”, ha afirmado Rosich. “El plan de retirada debe ser gradual e individual para cada paciente”, ha añadido.

En este sentido, explicó una experiencia llevada a cabo en Baleares, Cataluña y la Comunidad Valenciana, en la que se trabajó con una muestra de 500 pacientes consumidores de 18 a 60 años para la retirada gradual e informada de benzodiacepinas. En el estudio, participaron 63 médicos de familia. El plan de retirada gradual se reforzaba con información a los pacientes de los efectos y los riesgos del consumo de este tipo de fármacos con controles de refuerzo y visitas periódicas. Un 48% de los pacientes consiguieron dejar de consumir benzodiacepinas.

Informar de los beneficios y los riesgos, establecer un plan de medicación temporal y un plan de retirada deberían ser los pasos a seguir, según Rosich, para una prescripción correcta de este tipo de fármacos. En este sentido, “los farmacéuticos somos un punto clave para actuar. Tenemos una responsabilidad compartida”, ha añadido.