La alergia a proteínas de leche de vaca es la alergia alimentaria infantil más frecuente en los lactantes y niños pequeños, afectando al 2,5% de la población
Las proteínas de leche de vaca se encuentran entre los primeros antígenos con los que el niño tiene contacto, y habitualmente es el primer antígeno no homólogo que el niño recibe en cantidades importantes. La alergia alimentaria a la leche de vaca presenta una amplia variedad de síntomas clínicos, debido a que las respuestas inmunológicas a las proteínas de leche de vaca pueden ser mediadas por inmunoglobulina E (IgE) y no mediadas por IgE.
La alergia a proteínas de leche de vaca afecta a un 2% de los niños menores de 4 años. En estudios efectuados en España, esta alergia corresponde a la cuarta parte de los niños afectos de alguna alergia alimentaria, y ocupa el tercer lugar como causa de alergia alimentaria después del huevo y el pescado.
La leche de vaca contiene más de 40 proteínas, y todas ellas pueden actuar como antígenos en la especie humana. En concreto, contiene caseínas (alfaS1, alfaS2, beta y kappa caseínas) y seroproteínas (alfa lactoalbúmina [ALA], beta lactoglobulina [BLG], lactoferrina bovina, seroalbúmina bovina [BSA], e inmunoglobulinas bovinas.
La BLG es una proteína que no existe en la especia humana, y se encuentra en la leche materna en cantidades de microgramos debido a los lácteos ingeridos por la madre. Estas cantidades son las que provocan que sea la proteína a la cual se encuentran mayor número de sensibilizaciones en un primer momento.
La proporción de caseínas/seroproteínas es aproximadamente 80/20 en la leche de vaca, proporción que se modifica artificialmente para conseguir fórmulas adaptadas para la alimentación del lactante. La cocción modifica la alergenicidad de las seroproteínas, especialmente la BLG, lo que puede explicar la mejor tolerancia de la leche extensamente calentada. De la misma forma, el yogur se tolera mejor debido al fermentado y acidificado de la leche, que disminuye la cantidad de seroproteína intacta.
Sintomatología
Los síntomas aparecen habitualmente durante el primer año de vida al iniciar la lactancia artificial en la mayoría de los niños. Éstos pueden presentar un amplio abanico de reacciones tanto mediadas como no mediadas por IgE. En las primeras, la clínica aparece entre minutos y dos horas después de tomar la leche de vaca, y la intensidad de las reacciones varía desde leve hasta reacciones que pueden comprometer la vida del niño (por ejemplo, por anafilaxia). En este sentido, los síntomas dermatológicos agudos (eritema, urticaria y angioedema) son el cuadro clínico más frecuente. Las manifestaciones gastrointestinales agudas (vómitos, diarrea) pueden presentarse solas, pero en el 30% de los casos se asocian a otros síntomas. La clínica de anafilaxia es más frecuente en el período del lactante que en otras edades. Se sabe que la leche de vaca es uno de los alimentos más frecuentes con reacciones más anafilácticas fatales o casi fatales. En cuanto a las reacciones no mediadas por IgE, éstas tienen un inicio de síntomas más tardío, habitualmente dos horas después de la ingesta. Podemos encontrarnos con enterocolitis alérgica (es la patología gastrointestinal alérgica más grave en estas edades), proctocolitis (debida a un trastorno inflamatorio del recto y el colon secundario tras la ingesta de las proteínas causantes), o enteropatía (diarreas y vómitos, frecuentemente tras un episodio de gastroenteritis aguda). Otras situaciones que pueden ocurrir por causa de alergia a la leche de vaca son el reflujo gastroesofágico, los cólicos del lactante, y el estreñimiento crónico.
Hay que decir que la mayoría de los niños con alergia a proteínas de la leche de vaca tienden a conseguir una tolerancia natural antes de los 2 años de edad. Si a los 5 años no se ha conseguido la tolerancia a la leche de vaca, es muy poco probable que vaya a conseguirla de forma espontánea. Por otra parte, también se ha evidenciado una predisposición genética con nuevas enfermedades alérgicas en el futuro. No en vano, se ha observado que alrededor de la mitad de los niños con alergia a proteínas de leche de vaca desarrollan alergia a otros alimentos.
Tratamientos
- Dieta de eliminación: una vez realizado el diagnóstico, hay que implantar una dieta exenta de proteínas de leche de vaca. Siempre se ha dicho que éste es el único tratamiento realmente eficaz en la actualidad. Eso sí, salvo que se demuestre sensibilización acompañada de manifestaciones clínicas, no es necesario suprimir de la alimentación la carne de vacuno.
- Fórmulas de sustitución: existen varios tipos de fórmula; unas a base de proteínas de soja; otras a base de hidrolizados proteicos (de caseína, seroproteínas, caseína más seroproteínas, o soja más colágeno de cerca); y otras son fórmulas elementales a base de aminoácidos. Aquí cabe reseñar que no debemos utilizar la leche de otros mamíferos como cabra u oveja, por su similitud proteica con la leche de vaca.
- Inmunoterapia oral con leche de vaca: los niños afectados se pueden clasificar en dos fenotipos distintos, transitorios y persistentes. En un principio, los niños con alergia transitoria tienen una respuesta más favorable al tratamiento con inmunoterapia oral. Por su parte, los niños con alergia persistente necesitan un tiempo más prolongado de tratamiento, muchos no consiguen la desensibilización, y la mayoría presentan efectos adversos más graves durante el tratamiento.
- Tratamiento con anti-IgE: el tratamiento con anticuerpos monoclonales humanizados anti-IgE produce un descenso en los niveles de IgE libre y una regulación de los receptores de alta afinidad para la IgE, que provoca una inhibición de la síntesis de IgE específica. La combinación de tratamiento con anti-IgE e inmunoterapia específica se está investigando para aeroalérgenos pero no para alimentos. No hay estudios publicados en alergia a proteínas de la leche de vaca, aunque tendría la ventaja de disminuir el riesgo de reacciones asociadas.