La piel no es sólo el mayor órgano de nuestro cuerpo: es el que más habla de nosotros. Anuncia el paso de los años, refleja nuestros niveles de estrés, nuestro metabolismo, nuestra condición nutricional, e incluso irradia la armonía de nuestras emociones
La piel del ser humano ocupa aproximadamente 2m2, y su grosor varía dependiendo de las zonas: en los párpados mide sólo 0,5 mm, mientras que en el talón mide unos 4mm. La piel de una persona pesa unos 5kg. Además de ser la cobertura de nuestros músculos, huesos y vísceras, tiene unas funciones fisiológicas claras y a la vez complejas: en la piel reside nuestro tacto, la sensación de frío y de calor, de dolor, de presión; nos da protección inmunológica; se encarga del reconocimiento de múltiples patógenos, frente a los que actúa de barrera, y de eliminar toxinas internas; respira, nos protege de la luz y de otras agresiones… Y, pese a ser nuestro mayor
órgano, y pese a tener tantas funciones, no le damos la importancia que merece. Solemos limitarnos a proporcionar a la piel cuidados básicos rutinarios, motivados bien por la comodidad, bien por la estética: para aliviar picores o escozores, para dar elasticidad a una piel tensa y deshidratada, etc. Sin embargo, dada la importancia y tamaño de este órgano, podemos plantearnos el cuidado de la piel como una vía terapéutica hacia otras cuestiones relacionadas con nuestra salud y bienestar. Podemos aprovechar los millones de terminaciones nerviosas de la piel para llegar, a través de ella, al manejo de situaciones que requieren atención y cuidados.
Las avanzadas formulaciones de fitoterapia que existen hoy en día, producidas por laboratorios que trabajan con los últimos avances tecnológicos y las mayores garantías de fabricación, hacen que cremas, lociones y demás productos de uso tópico puedan tener aplicaciones más allá de las meramente superficiales. Hablamos de productos que basan su acción en los principios activos de plantas, aceites esenciales y otros nutrientes naturales, formulados con ingredientes procedentes de agricultura ecológica, sin parabenos, colorantes ni perfumes sintéticos. Estas fórmulas de uso tópico se pueden aplicar mediante técnicas de reflexología para aprovechar al máximo todo el potencial de sus componentes y lograr efectos más profundos.
Pensemos en un caso típico, una crema antiaging. Un producto de estas características puede estar formulado típicamente con aceite de rosa mosqueta, por sus propiedades antioxidantes, antiemolientes y cicatrizantes; con aceite de semilla de uva, por su efecto revitalizador y regenerador; con lavanda por su efecto calmante, y milenrama por su acción antiinflamatoria, entre otros componentes habituales como el ácido hialurónico o la coenzima Q10 liposomada. Evidentemente, el modo de aplicación acostumbrado sobre cara, cuello y escote tendrá ya de por sí un efecto beneficioso. Pero, si además de incidir especialmente en las zonas con más líneas de expresión o con menos vitalidad, aplicamos la crema masajeando suavemente con el índice y el pulgar en la zona tragal externa e interna de la oreja, así como en los lóbulos auriculares, puntos bien conocidos en la reflexoterapia auricular, estaremos estimulando puntos concretos del sistema nervioso (o activando canales energéticos, según la Medicina Tradicional China) que potenciarán el efecto beneficioso de la crema. Otra forma recomendable de aplicación sería masajeando toda la zona superciliar bilateralmente, de fuera a dentro, confluyendo en el llamado punto maravilloso de la línea media, que se relaciona con la biorregulación del sistema hormonal. El objetivo, al explorar otros métodos de aplicación, sería buscar la armonía a través de la piel, potenciando los efectos de cada principio activo de la fórmula mediante esa antena viva de nuestro organismo que es nuestra piel.
Otro caso típico en el que el método de aplicación puede marcar la diferencia podría ser el alivio de pequeños dolores e inflamaciones localizados, como nos ocurre tantas veces en la práctica deportiva o simplemente en el día a día. Una crema reconfortante local con aloe vera, árnica, consuelda, ginkgo biloba y llantén, plantas antiinflamatorias habituales en este tipo de productos, puede actuar mejor si se aplica no sólo en la zona con molestias, sino realizando además masajes en puntos de acción analgésica reconocida, como V62, IG4 y ACTH auricular, con el fin de estimular los procesos fisiológicos naturales reguladores del dolor y la inflamación.
Usos relajantes
Estos son ejemplos de cremas de uso cotidiano, pero pensemos en alguna menos habitual. Existen cremas antiestrés, formuladas con aceite esencial de enebro, eleuterococo, tomillo, manzanilla, amapola californiana, valeriana y romero. Una crema así será un buen nutriente y revitalizante dérmico que, además, podría estimular los procesos fisiológicos naturales reguladores del estrés. Podemos aplicarla después de la ducha, con un masaje facial suave, pero también podemos realizar un masaje auricular en los puntos tragales y del lóbulo, y además en los siguientes puntos: estómago 36, corazón 3, timo 18VC, corazón 7, Shen Men oreja, para lograr un efecto más directo y profundo de sus principios activos.
También con un efecto sedante suave, una crema para inducir el relax que esté formulada con valeriana, manzanilla, hierbaluisa, pasiflora y milenrama podría ser útil para personas con dificultades para mantener un sueño reparador. Podemos utilizarla como crema nutriente y revitalizante dérmica, o podemos aplicarla por la noche, antes de dormir, con un masaje suave incidiendo especialmente en los puntos corazón 7 (C7), muñeca, Shen Men oreja, timo 18VC y punto epífisis en oreja. Como conclusión, es posible aprovechar el uso tópico de una crema cosmética para potenciar sus beneficios.
Una buena crema de componentes naturales, bien formulada por un laboratorio de referencia, con un sustrato fitoterapéutico seleccionado específicamente para estimular determinados procesos fisiológicos naturales, puede desencadenar profundas armonías a través de la piel, limpiando, perfumando y protegiendo mejor esa barrera natural frente al mundo que es nuestra dermis. La clave estará en la forma de aplicación, combinando la reflexoterapia con las propiedades naturales de los componentes de cada producto.
Esta información ha sido elaborada con fines informativos y no intenta reemplazar el consejo o tratamiento médico. Antes de tomar cualquier decisión, debe consultar con un profesional de la salud.
Dr. Jorge Enrique Angel
Lic. en Medicina y Medical Advisor de Laboratorio Equisalud – www.equisalud.com