Hace más de tres décadas, una pareja de recién licenciados en Farmacia plantó la semilla de lo que hoy es la Farmacia Puerta de Atocha. Frente a la estación ferroviaria de la capital de España, este establecimiento madrileño no sólo dispensa medicamentos: formula, aconseja y acompaña. Entre matraces y mostradores, César Valera y María Teresa López, que son marido y mujer, han hecho de la cercanía su principio, y de la personalización, su bandera.

En un tiempo en que la farmacia comunitaria se debate entre la cercanía asistencial y los desafíos de la digitalización, hay establecimientos que han sabido construir una identidad sólida sin renunciar a su esencia. Es el caso de la Farmacia Puerta de Atocha, ubicada estratégicamente frente a la estación madrileña de trenes, pero cuya vocación va mucho más allá de su localización.
La historia de la Farmacia Puerta de Atocha comienza en diciembre de 1991, cuando dos jóvenes farmacéuticos, recién salidos de la universidad, decidieron apostar por su propio proyecto. María Teresa López Movilla y César Valera Arnanz no tenían experiencia previa, pero sí una firme vocación y muchas ganas de aprender. Eligieron un pequeño local en la calle Alfonso XII, con apenas 30 metros cuadrados, que incluía un pequeño laboratorio. Ese detalle fue determinante: desde el primer momento, apostaron por la formulación magistral como seña de identidad.
Con el paso del tiempo, la farmacia creció en espacio, servicios y pacientes. En 1996, se trasladaron a su actual ubicación, en el Paseo de la Infanta Isabel, donde pudieron ampliar su laboratorio y profesionalizar aún más su atención. Allí han construido no sólo un lugar de dispensación, sino un espacio de escucha activa, consejo experto y atención personalizada, un lugar donde el medicamento individualizado sigue siendo el centro, pero convive con la dermocosmética, la fitoterapia, la ortopedia y la educación sanitaria.
Conscientes de los retos de la farmacia del siglo XXI —desde la competencia online hasta el cambio en los hábitos de consumo sanitario—, no han querido competir por precio, pero sí han apostado por la visibilidad digital y la atención multicanal: redes sociales, correo electrónico, WhatsApp, página web… todo al servicio de un mismo objetivo: ser accesibles sin perder cercanía.
De Alfonso XII a Infanta Isabel
Así, Farmacia Puerta de Atocha no es una farmacia cualquiera: es el reflejo de una vida profesional compartida, de una apuesta por la atención farmacéutica integral y del equilibrio posible entre tradición, vocación y modernidad. Nos acercamos al Paseo de la Infanta Isabel 17, en Madrid, justo frente a la estación de Atocha. El ir y venir de viajeros no interrumpe la calma que se respira en el interior de la farmacia. Es una mañana luminosa y, mientras atienden pacientes al fondo del local, César Valera, responsable del laboratorio de formulación, se sienta un momento con los redactores de farmanatur para conversar. Entrelaza su relato con los recuerdos y con los apuntes como la voz de fondo de María Teresa López Movilla, su esposa y titular de la farmacia.
“Empezamos en un local de apenas 30 metros cuadrados, en la calle Alfonso XII. Éramos novios, acabábamos de terminar la carrera y, sin experiencia, nos lanzamos a la aventura. La botica era pequeña, pero tenía un laboratorio. Para nosotros, eso fue clave”. recuerda el responsable del laboratorio.
“Sí, —interviene María Teresa desde el mostrador—. Yo tenía claro desde niña que quería ser farmacéutica. César, en cambio, soñaba con ser veterinario, como su padre”.
“Pero mi padre me aconsejó que estudiara Farmacia. También le tenía un profundo respeto a esta profesión. Y bueno… —sonríe César—, Maite ya había tomado su decisión, así que fue fácil seguir el camino”.
Aquella primera farmacia pronto se les quedó pequeña. El laboratorio de formulación, su pasión común, demandaba más espacio. Decidieron entonces trasladarse al local actual, sin abandonar el barrio que les había visto crecer como profesionales.
“Queríamos que la elaboración individualizada del medicamento fuera el corazón de nuestra farmacia. Esa parte genuina, artesanal, casi alquímica, que conecta con la raíz misma de lo que significa ser farmacéutico”, recalca Valera.

Amplitud y modernidad
Hoy, la Farmacia Puerta de Atocha se ha consolidado como un referente no sólo por su ubicación, sino por la amplitud y modernidad de sus instalaciones. “La gestión del espacio es algo en lo que Maite es muy buena”, explica César, quien, a renglón seguido añade: “Igual que en la gestión de stocks. Saber comprar es más difícil que vender. Ella hace los pedidos pensando en campañas futuras y evita que los productos queden olvidados en el almacén. Además, compramos directamente al laboratorio cuando podemos, siempre basándonos en nuestras estadísticas de venta”.
La oferta de productos es amplia, como corresponde a una oficina de farmacia del siglo XXI. Cuentan con secciones de Dermocosmética especializada en pieles sensibles, higiene bucodental e íntima, Ortopedia, medicamentos con receta y una línea muy cuidada de Terapias Naturales y Fitoterapia.
“Cada vez tenemos más pacientes que quieren cuidarse de una forma más natural. Los hombres también se cuidan más, están más abiertos a nuestros consejos”, dice María Teresa, mientras saluda a un cliente habitual. “Hoy en día, cualquiera puede buscar información médica en internet, pero siguen confiando en nosotros para el consejo final”, apostilla.
Ese es el perfil de cliente que más valoran: personas jóvenes y de mediana edad, con un estilo de vida saludable, que les ven como un punto de referencia. Gente que no quiere cita previa, que entra, pregunta, escucha.
Fórmulas para pacientes y terceros
Una de las señas de identidad más destacadas de esta farmacia es su laboratorio de formulación magistral y preparados oficinales, que está certificado para elaborar no sólo para sus propios pacientes, sino también para terceros. “Eso fideliza, porque cuando haces un tratamiento personalizado para alguien, ese paciente confía en ti, y vuelve. Y, además, te recomienda. Es un vínculo muy especial”, dice César, con orgullo.
Además de la formulación, han potenciado la Dermofarmacia, con especial atención a las pieles sensibles y las Terapias Naturales. Tres ejes sobre los que han edificado su propuesta profesional y que, en palabras de César, “responden a una demanda real, creciente y muy ligada al consejo farmacéutico especializado”.
“Tenemos claro que no queremos competir por precio. Por eso no hicimos venta online. No queríamos atraer a personas que sólo buscan ofertas. Eso no representa nuestro modelo. Pero sí tenemos página web actualizada, presencia en redes sociales, y estamos disponibles por WhatsApp o email para resolver cualquier duda. Hoy, si no estás en Google, no existes”, detalla.
Sobre el futuro, tanto César como María Teresa -tanto monta, monta tanto- mantienen los pies en la tierra. No se dejan llevar por la incertidumbre, pero tampoco ignoran los retos que trae consigo la evolución constante del sector.
“No tengo una bola de cristal, pero imagino nuestra farmacia dentro de diez años como un lugar igual de cercano, más ágil, más tecnológico, con procesos más rápidos. Un sitio donde la gente siga encontrando al farmacéutico de siempre, pero con herramientas nuevas. Queremos ser accesibles, sin perder la esencia”, predice César.
“Y sobre todo, queremos seguir siendo un establecimiento sanitario. Porque eso es lo que somos -añade María Teresa-. La farmacia es el primer contacto con el sistema de salud para muchos. Hay que conservar ese papel y reforzarlo”.
Honradez e ilusión, pasión de todos para dar lo mejor
En lo relativo a la empleabilidad y al perfil del buen profesional farmacéutico, lo tienen claro. “Primero, honradez. Luego, ilusión. Todo lo demás se aprende. Pero si no tienes pasión por lo que haces, la farmacia se convierte en un mostrador más”, sentencia César.
Mientras la conversación se alarga, suena el timbre de entrada. Una mujer busca consejo sobre una crema para la rosácea. María Teresa se excusa un momento y atiende personalmente. Unos minutos después, regresa con una sonrisa: “Eso es lo que más me gusta de esta profesión: que alguien venga buscando algo que no ha encontrado en ningún lado, y poder ayudarle. Con criterio, con conocimiento, con cercanía”, declara satisfecha.
Y quizás por eso, tras 34 años de profesión compartida, siguen apostando con fuerza por la misma fórmula: vocación, especialización y escucha activa. “Nuestro objetivo estratégico es ese: combinar la atención personalizada con la rapidez de respuesta que exigen los tiempos. Estar cerca, ser eficaces. Y seguir enamorados de lo que hacemos. Porque no hay otra manera de hacerlo bien”, concluye César.

