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La revista del canal farmacia

Come despacio, tu digestión te lo agradecerá

Be healthy!Las prisas del día a día, las comidas copiosas o la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares hacen que nuestro organismo no digiera bien los alimentos y esto se traduce en ardor de estómago y pesadez.

Seguro que a ti también te ha sucedido alguna vez: después de una comida copiosa o de haber ingerido algún plato demasiado picante o graso, tienes el estómago fatal, además de engordar. Un efecto causado por una digestión lenta y pesada y que deriva en ardor de estómago, acidez o pesadez, incluso, en algunas ocasiones, en vómitos.

Dependiendo de la edad o del momento que estemos viviendo (si estamos más o menos nerviosos), también influye en este resultado. Por lo general, se trata de un síntoma menos frecuente en los niños, porque ellos no toleran las comidas copiosas y enseguida las rechazan a base de vómitos o diarreas, pero en el caso de los adultos y especialmente en el colectivo de ancianos, es algo más que frecuente.

De hecho, tal y como señalan desde la agencia EFE, a través de una encuesta realizada por una importante empresa farmacéutica, “el 24% de los españoles sufre acidez gástrica, siendo las comunidades de Andalucía, Madrid, Castilla y León y Castilla La-Mancha donde mayor prevalencia de este síntoma se da, alcanzando un 29% de los encuestados. Y, por el contrario, las comunidades autónomas del norte de España son las que menor incidencia de síntomas de acidez entre la población, con una media del 17%”. Un estudio del que también cabe mencionar que el 72% de los encuestados confiaba en algún producto de farmacia o herboristería para solucionarlo.

Causantes de digestiones pesadas Son diversos los motivos que pueden causar una digestión pesada y no a todo el mundo le afectan de la misma manera, pero por norma general, cuando esta situación se produce se puede deber a las siguientes causas:

– Alimentos o platos demasiado grasos: como es el caso de los fritos, estofados o guisos con exceso de aceite o que incluyen carnes muy grasas, platos con salsas (nata, queso o mayonesa), platos muy condimentados, picantes o los alimentos excesivamente azucarados que provocan digestiones más lentas y pesadas de lo normal.

– No seguir unos horarios: si no guardamos orden en el horario y distribución de comidas a lo largo del día y, por ejemplo, un día no desayunamos, otro casi no comemos y al siguiente tomamos una gran cena, nuestro aparato digestivo acabará sufriendo las consecuencias.

– Estrés: siempre es un mal aliado y en el caso de las digestiones no es una excepción. De hecho, son varios estudios los que lo relacionan con afecciones gastrointestinales tales como úlceras, cólicos, diarreas, gastritis etc., por lo que además de seguir una buena alimentación, resulta muy importante aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y evitar el estrés.

– Siestas largas: que duren más de lo recomendado, es decir, más de 15-20 minutos, especialmente si se realizan nada más terminar de comer. Si hacemos esto, lo más probable es que nos despertemos con la sensación de que la comida no ha sido digerida, nos dolerá la cabeza y sentiremos acidez y malestar general. Esto se debe a que cuando dormimos todo funciona más lentamente en nuestro cuerpo, incluida la digestión, y a que en posición horizontal se facilita el paso de ácidos de estómago a esófago (reflujo). Para remediarlo, deberemos hacer una siesta de corta duración y, en lugar de acostarnos, permanecer en el sofá.

Facilita la digestión
– Una dieta equilibrada, comer despacio y de manera relajada, dedicando como mínimo 20
minutos.

– No utilizar condimentos que irritan la mucosa gástrica y aumentan la acidez estomacal. Para ello, nada mejor que sazonar los alimentos con hierbas aromáticas digestivas o tomar infusiones digestivas o relajantes de manzanilla, melisa, espino blanco, tila, regaliz e hinojo, evitando el café.

– No conviene beber mucho durante las comidas o justo después, ya que se diluyen los jugos gástricos y se retrasa la digestión.

– Evitar raciones grandes, comidas y bebidas muy frías o muy calientes, alimentos fritos, tabaco, el abuso de alcohol y de bebidas excitantes y el exceso de azúcar.

– No acostarse inmediatamente tras las comidas. Cuanto más vacío esté el estómago antes de tumbarse, mejor.