“Un siglo de Farmacia. Cantabria: 1913-2013” es el título de libro que publica y ha presentado el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cantabria en el cierre de su centenario como corporación profesional. Como ha comentado su presidenta, Marta Fernández-Teijeiro, se trata de un proyecto con el que el Colegio cierra una deuda pendiente con su historia y que permitirá a todos los colegiados conocer el desarrollo de esta institución en sus 100 años de existencia.
Se trata de una cuidada edición de 420 páginas que ha supuesto dos años de trabajo, que ha estado a cargo del periodista Santiago Rego. El libro consta de ocho capítulos: Antecedentes: Farmacia y boticarios antes del COF; de la creación del COF a la Guerra Civil; del final de la Guerra Civil a los sesenta; de la década de los sesenta a la democracia; de la democracia (1977) a las transferencias sanitarias (2002); y una nueva farmacia para un nuevo milenio, además de una amplia bibliografía con 169 referencias.
Hay también un capítulo especial titulado “En el Centenario del Colegio de Farmacéuticos de Cantabria”, que incluye unos interesantes diálogos con cuatro veteranos boticarios –Pedro Pérez del Molino, Antonio Navedo, Prudencio Diego y Cecilia de la Lastra, ya fallecido estos dos últimos-; el listado con los nombres de los 699 farmacéuticos que estaban colegiado el 31 de diciembre de 2013, es decir, el año del centenario, y la relación empleados y la junta directiva del Colegio en el año de su centenario.
El libro pone de relieve que los 16 presidentes que ha tenido a lo largo de su historia afrontaron preocupaciones muy similares a las actuales: la lucha contra el intrusismo; las siempre difíciles relaciones con Sanidad; los retrasos e impagos de la recetas por las administraciones; las competencias entre propios compañeros; la defensa de la profesión ante los poderes públicos y la propia sociedad, o las discusiones por los precios y los descuentos, entre otros puntos.
En cualquier caso, como apuntó Santiago Rego, el Colegio ya no está ahora a la greña con los drogueros, como ocurría en el primer tercio del pasado siglo. En la actualidad, las preocupaciones son bien distintas, y también este libro las recoge. El Colegio comenzó su actividad formal como Colegio de Farmacéuticos de Santander el 25 de septiembre 1913. Y hubo que esperar hasta el 16 de junio de 1914 para que el Gobierno le concediera en una real orden la calificación de “Colegio Oficial”. No obstante, en esta libro se descubre documentalmente que ya, en 1899, hubo un “Colegio Farmacéutico de Santander”, que expedía carnés de colegiado a los boticarios titulados. Pero al no pasar por la ventanilla administrativa del Gobierno Civil de la provincia, no tuvo la consideración de oficialidad necesaria hasta catorce años después.
Hubo que esperar, por tanto, a 1913 para que el Colegio Oficial de Farmacéuticos actual iniciara una actividad que durante el siglo que tiene de vida solo se interrumpió durante los tres años de la Guerra Civil. Y poco después, además, se sobrepuso con esfuerzo al incendio de 1941, que destruyó ocho farmacias del centro de Santander. En suma, un libro necesario para aprender del pasado, y poner en valor el trabajo de tantas generaciones de farmacéuticos y su destacada contribución a la vida colegial.
Santiago Rego también destacó interesantes anécdotas como que cuando se fundó el Colegio no hubo ni una sola mujer entre las fundadoras y ahora son mayoría aplastante, con 499 farmacéuticas frente a 199 hombres. La primera mujer boticaria fue María Ángeles de Celis, en 1929, cuando ejercía en Espinilla. Luego lo hizo en Santander. Le siguió Isabel Muñoz Valle en 1931 en La Cavada. Y casi al mismo tiempo la primera mujer farmacéutica en el Hospital Valdecilla, Isabel Torres.