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La enuresis, un problema con solución

Little boy need a peeSuperada la barrera de los 4-6 años, los niños están en disposición de controlar sus esfínteres; sin embargo, el 10% de ellos no lo consigue ya que padece enuresis

Cada etapa de la vida de un niño supone la superación de una nueva barrera, ya sea para aprender a relacionarse con los demás, expresar sus emociones, comenzar a caminar, a hablar, a conocer su cuerpo y, por supuesto, a controlarlo.

Alcanzar o superar estas etapas varía mucho en función de cada niño, si bien es cierto que se establecen unos periodos aproximados para que lo consigan y pasado ese tiempo, si el niño no ha superado la etapa que le correspondía superar, puede que se enfrente a una patología, que pudiera ser física o psicológica, o incluso que la una lleve a la otra.

Tal es el caso de la enuresis, es decir, la persistencia de micciones incontroladas más allá de la edad en la que se alcanza el control vesical, que los pediatras sitúan entre los 4 y los 6 años, como edades extremas.

Esto no significa que un niño que se orina de forma ocasional sufra esta patología, pero sí que es cierto que se trata de un fenómeno que hay que vigilar, especialmente si se repite en varias ocasiones durante la noche o el día, alcanzada la edad antes mencionada.

Una afección que, aunque no afecta de forma generalizada a los niños, tampoco es algo extraño (los estudios aseguran que afecta al 10% de la población infantil) y además, tiene solu- ción, por lo que no hay que alarmarse y, sobre todo, en ningún caso, reprender al niño cuando no haya podido controlar su micción.

Tipos de enuresis

Existen dos tipos de enuresis y dentro de ellas, dos subcategorías.

1. Enuresis diurna: pérdida involuntaria de orina durante el día. Apenas existe, pero no por ello debemos dejar de mencionarla. Al contrario que la nocturna, ésta afecta más a niñas que a niños.

2. Enuresis nocturna: se trata de la pérdida involuntaria de la orina durante el sueño. Al igual que el sonambulismo o los terrores nocturnos, se trata de una parasomnia que tiene lugar durante el sueño de ondas lentas.

A. Enuresis nocturna primaria: se da en casos en los que los niños, a pesar de tener ya entre 4 y 6 años, no han estado ninguna noche completamente secos. Esto se debe a que la vejiga no puede contener toda la orina que el cuerpo persisproduce y no avisa al niño de que esto sucede. Pero no es fallo ni del niño ni de sus padres, en ningún caso.

B. Enuresis nocturna secundaria: cuando tras haber aprendido a orinar en el baño han pasado un tiempo sin hacerlo y, de pronto, vuelven a mojar la cama. Las causas de esta segunda patología pueden ser muy diversas, entre ellas, la alteración del patrón del sueño, causa emocional o física, si bien es cierto que ésta última suele ser la menos frecuente y cuando tiene lugar se puede deber a lesiones de la médula espinal baja, malformaciones congénitas del tracto genitourinario, infecciones urinarias o diabetes.

Tratamiento

En primer lugar, cuando consideramos que estamos ante un caso de posible enuresis, es decir, que el niño no sea capaz de controlar la orina de día o de noche, sin causa aparente, debemos de consultar a nuestro pediatra. Él nos indicará qué debemos de hacer y nos recomendará un tratamiento que puede ser natural, de reeducación del cuerpo a través de unas costumbres, o bien farmacológico.

Lo primero que hará el pediatra cuando llevemos al niño a la consulta será hacerle un examen físico y una prueba de orina para descartar una posible infección urinaria. Si en ambos casos todo está bien, lo más probable es que nos indique llevar a cabo ciertas costumbres, como la de, por ejemplo, llevar al niño al baño con cierta frecuencia, más o menos cada dos horas, que no beba muchos líquidos cuando se acerque la hora de dormir y, especialmente, no reprenderle nunca cuando se le escape la orina de forma involuntaria y premiarle cuando pase una noche sin hacerlo.

Cuando un niño sufre de enuresis, sea del tipo que sea, nunca será ni culpa suya ni de los padres. Por tanto, no hay que reñirle jamás, pero sí, por el contrario, reforzarle constantemente la autoestima, ya que la incontinencia urinaria le puede llevar a sentir vergüenza frente a los demás niños.