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La revista del canal farmacia

La farmacia potencia su gama para el cuidado infantil

Actualmente las boticas ofrecen en sus expositores un amplio espectro de artículos para el cuidado infantil, avalados por la más elevada garantía de calidad de sus fabricantes, para cubrir las necesidades de los más pequeños y alimentar la confianza de los padres

La farmacia potencia su gama para el cuidado infantilActualmente casi todas las farmacias disponen de una sección destinada exclusivamente a la alimentación y a los cuidados infantiles, donde las familias pueden encontrar productos para la higiene del bebé, biberones, calientabiberones, portapapillar, etc., además de juguetes seleccionados por su calidad, su capacidad didáctica y, sobre todo, su seguridad. Abundan las colonias, las cremas, las lociones corporales, los termómetros… así como accesorios para las mamás (sacaleches, discos de lactancia y muchos más).

Contrasta este hecho con lo raro que resultaba antaño encontrar toallitas infantiles, polvos de talco o lociones destinadas a los más pequeños en las boticas. Sin embargo, poco a poco todos estos productos se han ido incorporando a la bolsa de los ‘imprescindibles’ para el cuidado del bebé por su comodidad, su agradable olor y sus buenos resultados. Más allá de la marca, los productos para el cuidado del bebé deben cumplir unos requisitos para asegurar el mejor resultado. En alimentación trataremos de huir de los colorantes y conservantes, mientras que la ausencia de químicos y perfumes será determinante en la dermocosmética.

Pongamos como ejemplo las ya citadas toallitas. No hace falta insistir en que son buenas para el bebé como producto sustitutivo de la esponja, el agua y el jabón neutro; aunque hay que tener en cuenta que normalmente están impregnadas de lociones o cremas que perfuman e hidratan la piel, por lo que pueden resultar perjudiciales si el bebé tiene alguna irritación o quemadura. De la misma forma, evitaremos aquellas toallitas que lleven alcohol en su composición.

Es importante que la loción que impregna las toallitas se ajuste al pH de la piel del bebé, en torno al 5,5, ya que su sistema inmunológico no está completamente desarrollado, y un pH demasiado ácido o básico podría causar alguna afección cutánea en la piel del pequeño. También están los polvos de talco, que actúan formando una capa fina entre la piel y la humedad. Cada vez se usan menos, pues las fórmulas modernas evitan ciertos inconvenientes como infecciones por rozaduras del pañal. Los aceites y las cremas han ganado enteros en el mercado, sobre todo por su facilidad de aplicación sobre la piel. Lo más importante es que los productos sean hipoalergénicos, tolerables y formulados específicamente para la piel del bebé.

Geles y champús

Cualquier madre quiere que su hijo huela bien y, en la medida de lo posible, le recuerde a ese olor del bebé recién bañado. Por ello, muchas recurren al uso de colonias para bebés. Eso sí, no conviene abusar de productos que contengan alcohol y que pueden llegar a irritar y resecar la piel del pequeño, aunque es cierto que este componente tiene un alto poder desinfectante y antibactericida.

Cabe recordar a este respecto que los cosméticos para bebés no cuentan con una normativa concreta, sino que deben cumplir la legislación general de cosméticos. Dado que la piel de los bebés es más sensible, es posible que toleren algo peor que los adultos algunas sustancias. Así, una composición adecuada no debería incluir alcohol o alérgenos, ni contener cantidades mínimas de éstos. Suele ser aconsejable echar gotitas de colonia en la ropa del bebé en lugar de hacerlo directamente sobre la piel; de esta forma conseguiremos un efecto similar evitando posibles contratiempos.

Aunque podamos pensar que los productos de higiene para bebés son inocuos para la piel, hay que tener mucho cuidado cuando tratamos con bebés. La piel de un niño es muy delicada, por lo que hay que cuidarla al máximo. Los geles para niños son más suaves que los geles para adultos; los encontramos en pastilla o en líquido, pero nuevamente lo más importante es fijarnos en que tenga el pH neutro o muy próximo al de la piel. ¿Son necesarios los champús? En principio no lo son si el bebé tiene menos de 4 meses; a partir de ahí pueden usarse champús neutros, aunque no necesitaremos grandes cantidades debido a que el pelo del bebé suele ser fino y escaso.

En relación con el cabello, es necesario tener un especial cuidado cuando peinemos al bebé, ya que puede dañar el cuero cabelludo si no se realiza con cierto tacto y mimo. Los peines con cerdas suaves especiales para bebés o los peines blandos de puntas redondas son ideales en estos casos.

Chupetes

El uso del chupete como objeto reconfortante en la infancia es una práctica habitual en nuestra sociedad; se considera un método de succión no nutritiva que evita el consumo de calorías durante el llanto y la actividad motora, favoreciendo el sueño y el crecimiento, tal y como recuerda el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF). El chupete contribuye a mejorar la coordinación succión/deglución y a estimular el desarrollo de las funciones gastrointestinales. Sin embargo, para muchos representa el posible fracaso de la lactancia, además de poder provocar malformaciones dentarias.

La oferta de chupetes en el mercado es amplia. A la hora de adquirir uno para su pequeño/a, hay que tener en cuenta aspectos como el desarrollo natural del paladar, los dientes y encías del recién nacido, y además debe ser inerte. No debe desprender ninguna de sus piezas, con el riesgo de obstrucción de las vías respiratorias. En cuanto a su uso, el CGCOF recomienda:

  • No comenzar a usarlo antes de los 15 días de vida.
  • Restringir su uso a partir de los 8 meses, y suprimirlo al año.
  • No usarlo cada vez que el niño llore.
  • Esterilizarlos periódicamente y renovarlos cuando la tetina se deforme, el material esté pegajoso, o aparezca alguna grieta.
  • No impregnarlos con sustancias dulces, pues favorece la aparición de caries.
  • No usar cadenas para colgar el chupete del cuello del bebé, para evitar accidentes.

Biberones

Son innumerables las ventajas de la lactancia materna, pero en ocasiones se hace necesaria la lactancia artificial (falta de producción de leche, enfermedad o administración de medicamentos a la madre, etc.). Cuando se eche mano de un biberón para administrar al bebé cualquier fórmula láctea adaptada, el CGCOF aconseja:

  • Elegir la tetina adecuada según la edad, tamaño, características fisiológicas y preferencias del neonato
  • Asegurarnos de que el flujo de agua, leche o alimento es el adecuado
  • No aumentar el tamaño del orificio, pues con ello se suprime la sensación de cansancio (necesaria para la saciedad del lactante) y se favorecen los vómitos y dolores abdominales.
  • Esterilizarlos periódicamente y renovarlos cuando sea necesario.
  • Prepararlos ajustando las proporciones de leche y agua a las dosis prescritas por el pediatra o según lo especificado por el fabricante.

Los biberones demasiado concentrados pueden provocar síntomas de deshidratación y problemas en la digestión, mientras que los diluidos en exceso no alimentan adecuadamente. En cuanto al material del que están fabricados en su mayoría los biberones, cabe recordar que desde el 1 de junio de 2011 está prohibido vender en España biberones fabricados a partir de bisfenol A, es decir, aquellos antiguos biberones de policarbonato que al calentarse podían desprender el compuesto mencionado, al que se le atribuye cierta actividad estrogénica. Existía la posibilidad de que con su uso pudieran desarrollarse alteraciones en el sistema inmunológico, endocrino y reproductor del niño, y al tratarse del mayor grupo de riesgo, se decidió retirarlo.

Para tranquilidad de todos, en enero de 2014 la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) publicó un informe concluyendo que la exposición a BPA estaba muy por debajo de la Ingesta Diaria Tolerable, por lo que no supone un riesgo para la salud del feto, lactantes, niños o adultos. Dicho esto, los biberones de policarbonato dejaron de fabricarse, como nos recuerda la leyenda 0% BPA o BPA free que aparece en los envases.