El tratamiento de las lesiones, que resulta ser un problema estético, y el cuidado de la piel, que influye directamente en la salud, son dos de los hitos que definen el trabajo de la doctora Paloma Borregón. Además, es de los pocos sanitarios especializados en Dermatitis herpetiforme, una de las enfermedades que más trata en su consulta
Dermatóloga y apasionada de la comunicación, se ha convertido en todo un ejemplo como doctora, tanto para sus pacientes en la consulta como para sus más de 26.000 seguidores de Instagram.
Paloma Borregón es doctora en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid. Cabe destacar que su tesis doctoral obtuvo la calificación máxima, más conocida entre los académicos como Cum Laude. Y no solo eso, aquella investigación, bajo el título “Dermatitis herpetiforme como manifestación de enfermedad celíaca. Estudio de factores epidemiológicos, genéticos, clínicos, diagnósticos y terapéuticos”, se ha convertido en el epicentro de su carrera.
Nos gustaría saber más acerca de usted, ¿por qué eligió estudiar dermatología?
Me hice médico porque me gusta el trato con la gente y poder ayudar. Cuando acabas la carrera de Medicina y empiezas a prepararte para el examen Médico Interno Residente (MIR), tienes que plantearte qué es lo que quieres hacer. En mi caso elegí estudiar dermatología porque me gustaba desde pequeña.
Además, creo que es una especialidad muy variada, ya que puedes hacer consulta médica y cirugía a la vez. También valoraba mucho la calidad de vida. Para mí es muy importante trabajar en algo que me permita no hacer guardias eternas y poder tener tiempo libre y de ocio, pero siempre dentro de la Medicina. Me gusta tener tiempo para disfrutar de la familia, de la playa, de la montaña, de los paisajes, de dormir y descansar y, sobre todo, me gusta tener tiempo para pensar en mis proyectos, como en el que estoy construyendo ahora.
Una vez aprobado el MIR, hice la residencia en el Hospital Gregorio Marañón, en Madrid. Cuando acabé decidí hacer un Máster en Medicina Estética y un curso de “Experto en enfermedades de la piel en edad pediátrica”, que son las áreas que más me gustan. Tras trabajar en la Clínica Universitaria de Navarra (CUN) durante cinco años, pedí una excedencia para hacer medicina privada y he estado trabajando en diferentes clínicas.
Actualmente, dirijo la unidad externa de la Clínica Iván Malagón desde hace casi tres años. Es una clínica odontológica, pero allí hago dermatología y estética: cirugía, consulta dermatológica, consulta capilar, aplicación de bótox, rellenos, peelings faciales…También soy profesora y directora del Máster de Medicina Estética, Nutrición y Antienvejecimiento de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).
Ha mencionado que tienes un proyecto personal entre manos, ¿de qué se trata?
Ahora mismo estoy montando mi propia consulta privada, aunque hasta diciembre seguiré trabajando en la clínica actual. Con la nueva clínica, lo que quiero es tener un equipo de gente a la que forme yo misma desde el principio, en los que pueda delegar y que trabajen como yo lo hago. Quiero crear un sitio donde los pacientes tengan la misma confianza en mi equipo que en mí. Si confían en mí, que confíen en ellos. También quiero que sea un centro de formación, porque deseo instruir buenos médicos que hagan las cosas como se debe.
¿Qué consejos nos puede dar para tener una piel sana, a nivel corporal y facial?
Yo siempre doy el mismo consejo. Hay que acordarse de la piel todos los días. Cuando no nos ponemos crema regularmente y aparecen imperfecciones, vamos en busca del rescate. Pero todas estas situaciones se pueden prevenir.
Hoy en día sabemos que del envejecimiento salen las arrugas y manchas. Sin embargo, únicamente en torno al 30% de ellas está determinado genéticamente. Es decir, que el 70% de las marcas que aparecen con la edad son fruto de la suma de factores externos y ambientales que vamos acumulando a lo largo de la vida: exposomas. No descansar correctamente, fumar o la mala alimentación son algunas causas que provocan que envejezcamos peor.
Otro hábito importante es el uso de protector solar siempre, los 365 días del año. El sol es nuestro mayor enemigo, y ya no sólo por el cáncer de piel, sino también por los exposomas, que hacen que envejezcamos peor, y por la aparición de manchas. Por eso, la mejor crema antienvejecimiento es un buen protector solar. Por otro lado, dentro de ese cuidado diario, siempre debemos hidratar la piel después de lavarla.
Por la mañana, lo ideal es utilizar algún antioxidante, como vitamina C, que además tiene efecto iluminador. Y, por la noche, es importante, sobre todo a partir de cierta edad, el uso de cremas con retinol (regenerador celular). Además, una piel sana y bien cuidada influye en el bienestar y el estado de ánimo, ya que la dermis y el sistema nervioso están directamente conectados.
¿Por qué cree que es necesario aplicar fotoprotectores durante todo el año, además de en verano?
Aunque no sea verano y no nos quememos igual, la radiación ultravioleta siempre está presente. El sol elimina nuestras fibras elásticas y de colágeno, lo que provoca que cada vez tengamos una piel más flácida y menos firme.
No solo es dañina la luz blanca del sol, sino que también perjudica la llamada luz visible (región del espectro electromagnético que el ojo humano puede percibir) presente durante todo el año y la cual hace que envejezcamos de igual manera. Esta luz atraviesa las ventanas y está dentro de nuestras casas. Se encuentra, por ejemplo, en las pantallas o luces led. Es cierto que, a pesar de que en verano debemos usar protección 50, en otras estaciones podemos bajar su nivel a 30, ya que el resto de luces no tienen el mismo efecto dañino.
¿Cuáles son las afecciones de la piel más comunes que ve en su consulta?
Destacan la dermatitis atópica, que es muy común entre la población (yo también la sufro), y el acné, tanto en adolescentes como en adultos.
De manera más particular y en el caso de la dermatitis, en mi consulta es muy frecuente que acudan pacientes con dermatitis herpetiforme, que es una dermatitis especial que guarda una relación directa con la enfermedad celíaca, ya que uno de los síntomas de esta enfermedad es la dermatitis.
Yo hice la tesis sobre este trastorno en particular cuando me doctoré, por lo que la razón por la que veo mucha gente con dermatitis herpetiforme en la consulta es porque aquellas que lo sufren acuden a mí porque estoy especializada en ello, y hay muy pocos dermatólogos que lo estén. En general, no es frecuente.
También acuden muchos pacientes con cicatrices que quieren tapar o disimular, y muchas son provocadas por el acné. Estas lesiones, a pesar de que no están consideradas como enfermedad, son un problema estético para las personas.
¿Cuál es el tratamiento más habitual de la dermatitis?
En una dermatitis atópica moderada, lo más habitual es empezar por cosas tópicas, como cremas o corticoides. Es crucial tener una buena rutina donde no olvides nunca aplicar el tratamiento que te hayan impuesto, porque es la mejor manera de prevenir los brotes graves. Sin embargo, la base que debe acompañar a todo buen tratamiento es el uso de productos adecuados: debes cuidar desde el gel con el que te duchas, que no debe ser espumoso y es mejor que sea aceitoso, hasta la crema que debes aplicarte después de cada ducha. Esto se tiene que cumplir religiosamente.
Cuando empieza un brote tienes que usar los corticoides correctamente: Hay que aplicarlo una semana, mañana y noche, y no dejarlo aunque mejore, sino terminar el tratamiento. Existen otros productos concretos que sí puedes utilizar a diario (los corticoides sólo se utilizan cuando nace un brote en la piel), ya que no son tan potentes como los corticoides, que si los utilizas constantemente te pueden atrofiar y estropear la piel.
¿Qué cambios ha observado en sus pacientes con la irrupción de la pandemia?
Además del aumento de acné debido al uso constante de la mascarilla, he visto que hay más gente que sufre de retención de líquidos, porque las mascarillas nos aprietan y obstruyen la circulación.
Otro efecto de la pandemia es que nos hemos visto mucho más a nosotros mismos, tanto por el aumento del uso de las pantallas (donde nos vemos reflejados) como por las recurrentes videollamadas, donde también nos vemos. Han aumentado aproximadamente un 30% las consultas de estética, y yo creo que es por esto, porque, al vernos más, estamos percibiendo nuestros defectos.
Hemos visto también un aumento de la demanda de tratamientos para rejuvenecer la piel. Se pide mucho el moldeo de la cara, como es el caso del retoque de la nariz, que se hace con ácido hialurónico y no hace falta pasar por quirófano.
¿Es importante que los profesionales sanitarios estén presentes en redes sociales? ¿Qué le aporta su cuenta de Instagram? ¿Y a sus miles de seguidores?
En las redes sociales siempre intento que la gente aprenda más. Empecé a dedicarme a la comunicación hace unos cuantos años, y en 2016 estuve presentando un programa de salud en Televisión Española todas las tardes. Se llamaba “Esto es vida” y allí se analizaban también los casos presentados en la serie de televisión “Centro médico”. Lo que intentábamos era acercar la salud a la gente que estaba en su casa para que aprendiera más y se cuidase mejor. Ahí me di cuenta de lo importante que era llegar al paciente.
Ahora, con las redes sociales, somos capaces de llegar a muchas más personas. La otra ventaja que tienen es que vienen pacientes a la consulta que te han conocido a través de Instagram. Esto me da un poco de tranquilidad porque ya saben a quién van a encontrarse. Al final, es una buena herramienta para darte a conocer a tus pacientes, como en cualquier negocio.
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