¿Quién no ve hoy en día la televisión, trabaja con el ordenador, vive pegado al móvil o lee en su tableta? Sin embargo, hoy nos planteamos una pregunta… ¿Qué pasa con los efectos perniciosos que se atribuyen a las pantallas?
Hay que decir que, hasta el momento, la ciencia no ha podido demostrar que el mirar a una pantalla provoque enfermedad ocular alguna.
La sucesión continua de imágenes hace que podamos ver películas o nuestros programas favoritos. Sin embargo, existen pantallas que permiten una visión más relajada que otras, disminuyendo los síntomas de cansancio.
La sensación de continuidad se da cuando, como mínimo, se pasan de 25 a 30 imágenes por segundo. Si esta frecuencia fuese menor, veríamos un salto, lo que resultaría verdaderamente cansado para nuestra visión.
Con esto estaríamos ante el efecto “flicker” o sensación de temblor de la pantalla, lo cual provoca fatiga visual. La sucesión de imágenes por debajo de 50 o 60 imágenes por segundo nos hace percibir también un temblor, como sucedía en los antiguos televisores, lo que provocaba fatiga visual.
La tecnología moderna hace que estos dispositivos disminuyan el mencionado efecto, algo que también puede ocurrir cuando navegamos en el ordenador o manipulamos nuestro móvil. Aquí estaríamos mirando a corta distancia, lo cual provoca un esfuerzo de enfoque superior al que empleamos en la visión lejana. Por ello es recomendable hacer pausas y mirar de lejos cada cierto tiempo cuando estemos horas frente al ordenador.
En cuanto a la “tinta electrónica”, no presenta estos inconvenientes, pues permite una lectura relajada durante más tiempo.
La fatiga visual puede ocasionar sensación de cansancio, molestias oculares e incluso dolor de cabeza, sobre todo en el caso de padecer un pequeño defecto refractivo no corregido con las gafas adecuadas.
También se dan en casos más aislados somnolencia, sensación de sequedad e irritación de los ojos por un uso intensivo del ordenador que no suelen conllevar a mayores problemas de salud traducidos en otras patologías.