El Sistema Nacional de Salud (SNS) se enfrenta a enormes y muy variados retos que conducen al sistema hacia un aumento de demanda de servicios sanitarios. Esta realidad, junto a la profunda crisis económico-financiera, urgen la toma de decisiones y la implementación de planes, políticas e intervenciones públicas que permitan garantizar la viabilidad y solvencia a largo plazo del sistema sanitario. De hecho, el 78% de las sociedades científico-médicas cree que hay que cambiar el modelo asistencial actual y la participación de los profesionales es clave en ese necesario proceso de transformación. Así lo indican estas organizaciones en el documento “Papel de las Sociedades Científicas en el SNS” resultado de un trabajo coordinado por la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME) y Deusto Business School Health (DBS Health).
Las tres principales barreras a las que se enfrentan las sociedades científicas para poder contribuir a los cambios en el sistema sanitario son la ausencia de un marco jurídico específico, dificultades de acceso y ausencia de un marco formal de relación con la administración sanitaria y dificultades de relación con otros agentes involucrados en la transformación del SNS. “Todo ello contribuye a que percibamos que la capacidad de influencia de las sociedades científico-médicas y, por extensión, de los profesionales a los que representan, es limitada. Algo, cuanto menos, sorprendente ya que desde FACME entendemos que los profesionales que hemos trabajado en la creación y consolidación del actual sistema de salud deberíamos ser también parte activa de esta reflexión para contribuir a realizar propuestas de intervención con las que nos sintamos motivados, que podamos implementar, y que nos permitan visualizar un futuro sistema sanitario que siga abanderando sus valores clave: universalidad, equidad y calidad”, explica Carlos Macaya, presidente de FACME.
Conscientes de ello, los sociedades científicas, coordinadas por FACME y Deusto Business School Health, han trabajado durante varios meses para analizar los motivos de estos cambios, el papel de los profesionales en los mismos y el de las sociedades científico-médicas como estandartes del conocimiento científico y del consenso profesional en todo el territorio nacional. Y es que para Rafael Bengoa, director de DBS Health, “las sociedades científicas se enfrentan a la necesidad de adaptarse al contexto más complejo de los últimos 35 años. Los cambios externos al sistema, como la demografía, la cronicidad, la sostenibilidad o el paciente más exigente, entre otros, son multidimensionales. FACME y las sociedades científicas a nivel individual han sabido entender esta necesidad e iniciar el proceso de reflexión necesario para dar respuesta de forma organizada y estructurada a los retos que ha de afrontar el Sistema Nacional de Salud en los próximos años”.
Una encuesta previa sobre cómo ven las sociedades científicas los retos y necesidades que presenta hoy el SNS y una exhaustiva jornada de trabajo de todas las sociedades que forman parte de FACME han sido la base para la elaboración del documento “Papel de las Sociedades Científicas en el SNS”, que recoge intervenciones y actuaciones concretas que pueden ser lideradas por FACME como representante de las sociedades científico-médicas.
Mayor liderazgo de los profesionales sanitarios y las sociedades científico-médicas
Todas las propuestas que recoge el documento de FACME y DBS Health están marcadas por una necesidad identificada por todas las sociedades científicas: “Es necesaria una mayor influencia por parte de los profesionales en la toma de decisiones que atañan a la organización y el funcionamiento del sistema sanitario. De hecho, la mayoría de las sociedades científicas opina que, además del necesario liderazgo compartido, es preciso apostar por el desarrollo de un mayor liderazgo técnico”, destaca Ana Pastor, secretaria general de FACME. Y eso “pasa porque los profesionales desarrollen nuevas funciones nucleares para el sistema y porque los responsables políticos les reconozcan esta capacidad“.
En opinión del director de DBS Health, Rafael Bengoa, “hasta la fecha las sociedades científicas han ejercido la importantísima función de apoyar técnicamente sus especialidades y eso las ha legitimado. Pero los cambios que precisa el SNS exigen complementar esa función con la necesidad de un trabajo de liderazgo que va más allá de la función clínica y participar activamente en funciones de organización y gestión del sector”.
¿Cómo proponen las sociedades científico-médicas desarrollar dicho liderazgo?
Las sociedades científico-médicas lideradas por FACME apuestan “por acometer una transformación en el actual sistema sanitario y convertirlo en otro más simple adaptado a las nuevas necesidades que pueda ser desarrollado por perfiles profesionales multidisciplinares, que esté mejor coordinado y menos fragmentado en la atención que el actual, con un desempeño más proactivo y que pueda ser prestado a través de nuevos servicios gracias al desarrollo tecnológico para que, en último término, pueda ser sostenible en el tiempo”, indica Carlos Macaya.
Las principales áreas de intervención identificadas por parte de las sociedades científicas para desarrollar y mejorar en los próximos años pasan por promover su participación activa en procesos de innovación organizativa y de gestión, especialmente la implantación de la Gestión Clínica en todo el Sistema Nacional de Salud. Es decir “incentivar y promover más y mejor gestión clínica, mayor dedicación de los profesionales no sólo a la práctica clínica, sino también a mejorar los procesos, la organización, la coordinación… en definitiva, procurar la mejora del desempeño de su actividad diaria a través de la clínica y de un mayor liderazgo organizativo y de gestión”, explica Patricia Arratibel, Responsable de Proyectos y Coordinación de DBS Health.
Pero no sólo eso, las sociedades científicas también tienen que trabajar con las Administraciones Sanitarias en la definición de estándares e indicadores de funcionamiento, que contribuyan a la ejecución de la planificación sanitaria y a la mejora de la eficiencia e incremento de la seguridad del paciente. Todo ello complementado por un papel más activo en la docencia, formación y acreditación y el desempeño de un nuevo rol en la investigación en resultados en salud; así como en la definición de las líneas prioritarias de desarrollo de la investigación en el SNS.
Para poder llevar a cabo todas esas intervenciones, “consideramos fundamental la formación dentro de las propias sociedades en la mejora de nuevas capacidades: principalmente en liderazgo organizativo y de gestión. Además, es necesario permeabilizar a las diferentes sociedades científicas, primero entre ellas y posteriormente con otros agentes, compañeros de viaje en el proceso de transformación. Y, por último, es imprescindible movilizar al colectivo de profesionales clínicos”, detalla el presidente de FACME.
A ello, Ana Pastor, une algo fundamental y sin lo que consideran que no será posible realizar muchos de estos cambios: “Hay que desarrollar y proponer un nuevo marco legal para las sociedades científicas, procurando su reconocimiento como sociedades de derecho público. Reclamamos un marco legal que permita recibir a las sociedades fondos de investigación, acreditar las actividades de formación continuada y ser consultores obligados para la Administración para los cambios y mejoras sanitarias”.
Y es que, como indica Patricia Arratibel, “los cambios en el modelo asistencial se harán sí o sí. Son inevitables por razones de calidad asistencial y de sostenibilidad del sector y las sociedades científicas deben participar en su desarrollo. Por eso, es importante que los profesionales y las sociedades no vean este documento como algo aislado, sino como el inicio de un proceso que les llevará a ser más influyentes en el rumbo que tome la Sanidad”.