Todas las revistas en la HEMEROTECA »

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

La revista del canal farmacia

PiLeje comparte las claves para reforzar el sistema inmunitario ante la llegada del frío

En épocas concretas como el invierno, nuestro sistema inmune se encuentra más expuesto favoreciendo a la proliferación de gérmenes patógenos causantes de diferentes infecciones víricas

pileje enero webLa exposición a cambios bruscos de temperatura incide de manera directa sobre la salud de las personas suponiendo, en muchos casos, un peligro para el bienestar. Estas oscilaciones térmicas ejercen un efecto adverso en algunas de nuestras funciones fisiológicas, pudiendo incluso modificar la capacidad de nuestras defensas ante los diferentes microorganismos patógenos. Estos cambios, además de tener un impacto sobre nuestro sistema inmunológico, también tienen un efecto sobre las estructuras físicas de los virus, que pueden verse favorecidos ante estas nuevas condiciones que nos hacen más vulnerables.

Si bien es necesario el mantenimiento de una buena inmunidad durante todo el año, es preciso reforzar su cuidado en algunos períodos concretos como el invierno, en el que el sistema inmunitario se encuentra especialmente expuesto a infecciones víricas. La llegada del frío propicia la proliferación de gérmenes patógenos que dan lugar a catarros, gripe y otras infecciones, advierten desde PiLeJe, el laboratorio francés especializado en microbiota, micronutrición y fitoterapia.

El sistema inmunitario es el encargado de protegernos contra virus, bacterias, hongos y otros agentes patógenos, pero puede verse debilitado por diferentes factores, favoreciendo la aparición de enfermedades.

Signos de debilitamiento del sistema inmunitario

Algunos de los síntomas que revelan que nuestras defensas se encuentran afectadas son:

• La fatiga persistente, que puede ser consecuencia de un estrés crónico o de falta de descanso.

• La mala cicatrización, pudiendo revelar un aumento del riesgo de infecciones- El sistema inmunitario interviene en el proceso de curación y cicatrización, por lo que cuando se debilita la cicatrización es más larga.

• Infecciones de repetición como catarros, cistitis… Reflejan la incapacidad del nuestro organismo para enfrentarse a los agentes patógenos que penetran en el cuerpo.

Reforzar las defensas de manera natural

Durante los períodos en los que puede encontrarse afectada nuestra inmunidad existen diferentes soluciones naturales muy efectivas para su fortalecimiento. La alimentación y, especialmente, las vitaminas y minerales desempeñan un papel clave en el funcionamiento óptimo del sistema inmunitario.

Vitamina C y Zinc: Ambos contribuyen a la defensa del organismo y lo protegen del estrés oxidativo. Por ello es importante su incorporación a través de una dieta variada que incluya alimentos como la fruta y la verdura de temporada, en el caso de la vitamina C, y las ostras, el cangrejo y el trigo, para el zinc.

Vitamina D: Interviene también en la respuesta inmunitaria. El invierno es la época en la que se presenta mayor déficit de esta vitamina que puede encontrarse en la leche fermentada, las sardinas, las almendras o las avellanas, entre otros.

Hierro: Su papel es muy importante en la respuesta inmunitaria. Se encuentra en la carne y las legumbres como las lentejas, las alubias o los garbanzos.

Antioxidantes: Limitar la oxidación celular contribuye también a unas buenas defensas. Las frutas y las verduras son buenas fuentes de antioxidantes.

El poder de los probióticos

Las últimas investigaciones han determinado el impacto de la microbiota intestinalsobre las disfunciones del sistema inmunitario y su vinculación en el padecimiento de ciertas enfermedades autoinmunes.

Los probióticos se presentan como una alternativa efectiva para el restablecimiento de la microbiota intestinal, tanto para la recuperación de su equilibrio como de sus propiedades. Su administración oral modula los mecanismos de defensa de las mucosas y del sistema inmunitario, impidiendo la proliferación de gérmenes.

Pueden encontrarse en alimentos como la leche fermentada (yogur, quesos…) y también pueden consumirse en forma de complementos alimenticios.