La intolerancia a la lactosa, las infecciones crónicas por el virus Epstein Bar y las amalgamas metálicas(plata y mercurio) ocasionan la mayoría de los casos de fibromialgia, según la tesis sostenida por el médico cordobés José Rodríguez Moyano en su libro Manual de Fibromialgia.Nuevas aportaciones, fruto de 20 años de investigación. El Dr. Rodríguez Moyano señala que tras sus resultados y experiencia los pacientes con síndrome fibromiálgico deben recurrir como primera elección de tratamiento a la medicina manual (osteopatía) y medicina biorreguladora.
La medicina manual a través de la manipulación vertebral y la movilidad articular, entre otros factores, “mejora la rigidez articular y puntos dolorosos”; mientras que la medicina biorreguladora facilita la eliminación de toxinas causantes del síndrome, restablece el sistema inmunitario y la regresión de la enfermedad, destaca. Los medicamentos biorreguladores utilizan principios activos naturales en microdosis que favorecen los mecanismos de recuperación del organismo.
El libro, del que se publica su tercera edición online por www.bubok.es incluye los últimos estudios sobre el origen y síntomas de este síndrome que padecen unos 900.000 españoles, y que se caracteriza por dolores articulares, musculares y tendinosos generalizados, cansancio, fatiga, rigidez matutina, cefaleas, mareos y trastornos en la región genitourinaria, intestinal y faríngea. La persistencia de estos síntomas durante años y el retraso en su diagnóstico pueden desencadenar frecuentes crisis de ansiedad y depresión.
Los síntomas varían según la causa, explica: “Cuando el origen es la intolerancia a la lactosa suelen padecer diarrea, meteorismo, cefaleas, cansancio, etc. Sin embargo, si el síndrome está motivado por infecciones bacterianas o virales también suelen sufrir faringitis crónica, dolores cervicales y febrícula “.
Las infecciones crónicas constituyen una causa frecuente de fibromialgia, según cuenta el doctor Rodríguez Moyano en su libro. Se trata de una hipótesis que se ha comprobado en diversas investigaciones. Un estudio publicado en 2012 en Pain Research Treatment señalaba que “las infecciones parecen ser capaces de inducir la fibromialgia incluso si no hay una relación causal documentada. En particular virus como los de la hepatitis C, VIH, Coxsackie B, y Parvovirus, y bacterias como la Borrelia podrían estar involucradas”.
Otro motivo frecuente de fibromialgia, según recoge el libro, es la intolerancia o sensibilidad alimentaria. La Sociedad Andaluza para el Estudio de las Enfermedades por Alimentos (SAEIA) ya demostró en un estudio que la intolerancia a los alimentos, en particular a la lactosa, ocasionaba fibromialgia. El alimento con más intolerancia fue el grupo de las proteínas lácteas, seguido de la harina de trigo, el huevo, algunas carnes y pescados, concluía esta sociedad científica. “La intolerancia a la lactosa puede comprobarse con un simple test”, resalta el doctor Rodríguez Moyano. La retirada de los lácteos de la dieta y una terapia de detoxificación consiguen mejorar los síntomas en poco tiempo, añade.
La acumulación en el organismo de mercurio procedente de las amalgamas dentales es otra posible causa de fibromialgia apuntada en el Manual. La Organización Mundial de la Salud y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ya advierten de su peligro para la salud. “Cuando las amalgamas de plata-mercurio (metálicas) tienen más de diez años y el proceso de aleación ha sido incorrecto la toxicidad puede acabar provocando el síndrome fibromiálgico en algunos pacientes”, señala el doctor Rodríguez Moyano. En estos casos se recomienda su sustitución por cerámicas cumpliendo las estrictas recomendaciones de seguridad y la detoxificación a través de medicina biorreguladora.
La ingesta de alimentos y contacto con herbicidas, pesticidas, también pueden desencadenar la aparición del síndrome, comenta este experto. “Se piensa en un síndrome fibromiálgico por intoxicación de organofosforados cuando el enfermo trabaja por ejemplo en el cultivo bajo plásticos, donde se utilizan frecuentemente plaguicidas”, señala, “aunque es necesario realizar análisis clínicos para determinarlo”.