Frente al consumo de medicación, los expertos recomiendan echar mano de remedios naturales para tratar los resfriados tan típicos del invierno, especialmente si el afectado es un niño
Las fechas en las que nos encontramos siempre son testigo directo de nuestros peores catarros, puntuales como relojes suizos y acentuados si compartes hogar y/o tiempo con niños. La historia ya nos la sabemos: el invierno es el período en el que más virus se incuban. ¿Por qué? Nuestras defensas se encuentran más bajas en esta época del año, coincidiendo con el preciso momento en el que los gérmenes son más fuertes y atacan con mayor virulencia; la calefacción y la mala ventilación de algunos hogares y lugares públicos empeoran las condiciones ambientales, y, por si esto fuera poco, pasamos mucho más tiempo en lugares cerrados con potenciales portadores de virus, es decir, con otras personas.
Acatarrarse es, por tanto, lógico y normal en estas circunstancias. La Asociación Española de Pediatría (AEP) nos recuerda que los adultos sufren una media de uno o dos catarros cada año, pero los niños pueden padecer hasta seis catarros en doce meses dependiendo de la edad: cuanto más pequeños son, su sistema inmunológico es más débil y, en consecuencia, resultan más propensos a sufrir cualquiera de las 200 variedades de virus existentes. El virus más común es el rinovirus; éste y otros asociados al catarro común provocan inflamaciones de la mucosa respiratoria, bronquitis, faringitis, rinitis o laringitis, entre otros efectos adversos.
Sin embargo, no debemos olvidar que existen remedios para prevenir los catarros o, incluso, curarlos de forma eficaz una vez contraídos. Veamos qué ocurre en el caso más frecuente, el de los niños. El resfriado común es la enfermedad más habitual que sufre este grupo de edad, ocasionando actualmente hasta el 35% del absentismo escolar en nuestro país. También es uno de los motivos más frecuentes por el cual los padres llevan a sus hijos al pediatra, especialmente en los meses de frío y lluvias. En líneas generales, el resfriado de un niño puede durar entre 4 y 10 días, pasados los cuales pueden persistir algunos síntomas residuales, como la tos nocturna.
Cuando un menor de catorce años contrae un catarro, las consecuencias derivan en fiebre de tres días, síntomas nasales durante una semana, y tos y mocos a lo largo de dos o tres semanas. Además, estos mocos varían en función del tiempo: primero son pura agüilla, después se emblanquecen, y finalmente adquieren un tono amarillento o verdoso. Este cambio de tonalidad no implica necesariamente que el niño requiera de un antibiótico para tratar la afección. Ahora bien, para prevenir o curar un catarro es vital aliviar los síntomas, dado que no podemos atacar el origen. Con este fin, la AEP ofrece las siguientes recomendaciones:
- Lavado nasal con suero fisiológico para eliminar la mucosidad. En el caso de los bebés, puede usarse una pera nasal, sobre todo antes de las tomas de lactancia o antes de acostarles.
- No usar analgésicos o antitérmicos como paracetamol o ibuprofeno, salvo en caso de fiebre.
- Hidratar bien al niño con agua, caldos o zumos de fruta naturales (aportan vitaminas y fibra).
- En ambientes secos, utilizar un humidificador a menos que el niño padezca de bronquitis o asma.
- Evitar, en lo posible, la presencia de personas acatarradas junto al niño.
- Cuidar la higiene en el lavado de manos (las del niño y las nuestras) para no propagar el virus.
- No cubrir demasiado al niño si éste tiene fiebre.
- La AEP y entidades como la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) no recomiendan el uso de medicamentos catarrales (jarabes, por ejemplo) en menores de 2 años; de hecho, aconsejan evitarlos en lo posible hasta los 4 años de edad.
Además, expertos médicos y farmacéuticos aseguran que el extracto de raíz de Pelargonium sidoides es una alternativa eficaz para combatir la enfermedad vírica en niños mayores de 6 años, gracias a sus propiedades clínicas que actúan sobre sus síntomas y su causa. “Existen muy pocos medicamentos sin receta para aliviar los síntomas del resfriado en niños, y algunos de ellos pueden ocasionar efectos secundarios indeseables. Pelargonium sidoides es una alternativa saludable que ha demostrado que puede combatir sus síntomas y acortar su duración, haciendo que el tiempo de tratamiento sea menor”, asegura María José Alonso, farmacéutica y socia fundadora de la SEFIT (Sociedad Española de Fitoterapia).
Si atendemos a la casuística de los adultos, conviene explicar que la fiebre no suele aparecer como uno de los síntomas del catarro común. Por el contrario, es habitual la inflamación de las vías respiratorias superiores; fundamentalmente nariz, garganta y oído. Recordamos de nuevo que el origen de los catarros no puede ser atacado de forma directa, por lo que la Clínica Universitaria de Navarra nos sugiere las siguientes pautas de prevención:
- Evitar los ambientes cargados.
- Evitar el consumo y/o el humo de tabaco.
- Lavarse bien las manos.
- Utilizar pañuelos de papel desechables
- Protegerse bien del frío.
- Poner la mano en la boca al toser o estornudar para evitar la propagación del virus.
- Beber grandes cantidades de líquidos; de esta forma la secreción nasal será más fluida.
- Humidificar ambientes secos o realizar inhalaciones de vapor.
- Usar ibuprofeno o paracetamol únicamente en el caso de dolores de cabeza, malestar general o fiebre.
- Pueden emplearse descongestionantes nasales, tópicos o sistémicos si es necesario.
Mujeres y jóvenes
Las mujeres se resfrían más veces que los hombres a lo largo del año, según una encuesta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (Infito) realizada a 2.400 personas. En concreto, una de cada cuatro afirma tener entre tres y cuatro catarros al año, y más de la mitad tienen entre uno y dos. “La repetición en el número de episodios víricos, como los resfriados o la gripe, podría evitarse si se fortalecen las defensas y se actúa de manera preventiva en el cuidado de las vías superiores, sobre todo la garganta, que es por donde empiezan la mayoría de estas infecciones”, asegura el doctor Primitivo Ortega, jefe del Servicio de ORL del Hospital de Móstoles (Madrid).
Los resultados de la encuesta de Infito también concluyen como son las personas jóvenes, de hasta 30 años, las que se resfrían con mayor frecuencia. “Suele ser un segmento poblacional con mucha actividad, salen más y por tanto, tienen más riesgo de contagio de virus como los de la gripe o el resfriado por los cambios bruscos de temperatura”, comenta el doctor Ortega. Además, el frío y la gripe, que están empezando a extenderse estos días, “propician un debilitamiento del sistema inmune y nos hacen más propensos a padecerlos”, añade. La mayoría de los resfriados suelen afectar en primer lugar a la garganta. De hecho, un análisis publicado en la revista Rhinology confirma que el dolor de garganta es el síntoma que presagia la aparición de un catarro. Además, la tos, que está presente durante todo el proceso vírico, suele ser más molesta al final de éste. “Por eso es importante cuidar tanto la voz como la garganta, ya que las molestias que pueden aparecer primero como dolor, escozor, picor o irritación, suelen preceder a síntomas como la fiebre, la congestión nasal, dolor de cabeza o malestar general, los más comunes del resfriado”, indica el doctor Ortega.
Falsos mitos
¿Lo sabemos todo sobre el resfriado? Aunque así lo pueda parecer, lo cierto es que existen falsas creencias en torno a esta enfermedad todavía muy extendidas entre la población, como que el resfriado produce fiebre, que es sinónimo de gripe, o que se cura con antibióticos (éstos no tienen efecto sobre los virus, sino sobre las bacterias). Asimismo, muchas veces se tiende a pensar que los niños se contagian porque han pasado frío (porque la chaqueta no abriga lo suficiente, porque han caminado descalzos, o porque tienen el pelo mojado); pero no es cierto. Al ser una enfermedad vírica, el resfriado se contagia siempre de una persona a otra, sea niño o adulto, directamente o a través de objetos contaminados.