Crece el número de farmacias que incorporan una sección especializada en ortopedia. La formación y el conocimiento de la demanda pueden convertir la apuesta en un éxito
La opción de crear nuevos servicios en las oficinas de farmacia y el envejecimiento de la población suponen dos factores que juegan a favor, de manera indudable, en la apertura del profesional farmacéutico a nuevos segmentos para ampliar su oferta y compensar, en algunos casos, los descensos en ventas de medicamentos. La Dermocosmética y la Fitoterapia se han consolidado como dos de las áreas más pujantes hasta la fecha, pero no conviene olvidar el papel que otro de esos segmentos juega en el aprovechamiento de los factores antes mencionados: nos referimos a la Ortopedia, cuyo mercado se abre como un abanico de posibilidades si nos basamos únicamente en el número de clientes potenciales.
La Ortopedia aporta soluciones no sólo a aquellos que se ven afectados por una patología o discapacidad, sino también para quienes practican deporte, tienen a su cargo a una persona mayor dependiente o, simplemente, necesitan algún producto que mejore su salud y su calidad de vida. Pueden ser artículos ortésicos, o bien productos de apoyo que ayuden a prevenir, mitigar o neutralizar deficiencias y limitaciones en la actividad y restricciones en la participación de hecho, podemos encontrar productos de apoyo para el aprendizaje, para el cuidado y la protección personal, para la movilidad, para actividades domésticas, para viviendas, para la manipulación de objetos, o para mejorar el medio ambiente. En muchas ocasiones, el uso de un dispositivo de Ortopedia viene indicado por un médico especialista (traumatólogo, rehabilitador, neurólogo, podólogo…), con su correspondiente receta indicando el tratamiento ortopédico necesario para que el paciente pueda adquirirlo. Sin embargo, también hay productos que no requieren de esa prescripción y pueden ser comprados libremente.
Desde que se aprobara el Real Decreto 1506/2012, todas las comunidades autónomas utilizan los mismos criterios a la hora de determinar qué productos ortopédicos se dan de forma gratuita: es la cartera común para todo el Sistema Nacional de Salud, que gira en torno a las modalidades básica, suplementaria y de servicios accesorios, delimitando en cada caso las prestaciones que incluye y su forma de financiación. A partir de ahí, si una comunidad autónoma quiere añadir más productos a la cartera básica, debe asegurar que puede pagarlos. Precisamente el pasado día 21 de junio el Consejo Interterritorial dio luz verde al proyecto de orden por el que se regula la oferta de productos ortoprotésicos (ortesis y sillas de ruedas), modificador del anexo VI del Real Decreto 1030/2006 de 15 de septiembre, con la aprobación de 349 tipos de productos. Un texto que la Federación Española de Ortesistas Protesistas ha criticado al entender que no incluye algunos de los productos más demandados del mercado actual, y que deja fuera de cobertura a determinados pacientes con necesidades especiales.
Visión de futuro
Poner en marcha una sección de Ortopedia en la oficina de farmacia no es tarea sencilla, y mucho menos una decisión que deba ser tomada a la ligera. El farmacéutico necesita entender y conocer la demanda que tiene (por ejemplo, a través de un estudio poblacional cerca del establecimiento), lo cual le permitirá evaluar la ayuda que supone la oficina y dedicar el enfoque de la Ortopedia al envejecimiento poblacional, deportivo o a mutuas de accidentes. En definitiva, supone conocer el mercado compuesto por personas individuales u organizadas que necesiten un producto o servicio de Ortopedia, y que tengan, por supuesto, capacidad para comprar. Conviene analizar el tipo de pacientes que frecuentan nuestra farmacia, y cuáles son los pacientes de nuestro entorno, aunque no nos visiten. Entorno, posicionamiento, objetivos, estrategias y tácticas, presupuesto… Aspectos todos ellos que, de alguna manera, se vinculan al marketing.
Igualmente conviene saber lo que está permitido y lo que no en base a la ley. Las oficinas de farmacia, por ser establecimientos sanitarios, pueden dispensar medicamentos ortopédicos estándar, es decir, que no necesitan adaptación, y otros básicos como rodilleras, textiles de compresión, siliconas, andadores, sillas de ruedas o ayudas para el baño o comer. Existe un campo de acción para la oficina de farmacia en relación con las alteraciones osteomusculares (traumatismos, desgarros, luxaciones, fracturas, tendinitis, sinovitis, osteoartritis, etc.), problemas que se relacionan habitualmente con una edad avanzada. En este área, el farmacéutico puede recomendar medidas de prevención y alivio, y también productos ortopédicos básicos.
La incorporación de este segmento en la farmacia requiere, en cualquier caso, de una formación específica en Ortopedia Ortoprotésica, sobre todo si se desea introducir un servicio profesional de adaptación y fabricación.