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TCA: el reto de la regulación emocional

09032014tca1El Trastorno de Conducta Alimentaria es uno de los que más inciden en nuestros jóvenes. El gran reto no es sobrepasarlo de por sí, sino regular esa parte emocional que puede dar al traste con el tratamiento.

Existe una relación intrínseca entre las emociones y los trastornos alimentarios, así como una premisa de cómo percibimos nuestro aspecto y nuestra propia imagen, algo que puede afectar a nuestro bienestar y a nuestra forma de alimentarnos.

Un estudio realizado por la psicóloga clínica de la Unidad de Trastornos de Conducta Alimentaria de La Paz en Madrid demuestra esta hipótesis.

En cuanto a este tipo de trastorno existirían dos tipos de personas, divididas entre lo que es la alimentación como función nutricional y la alimentación como adición. Hay individuos que ante emociones negativas utilizan el control de la comida y de su cuerpo para evadirse, como una especie de suavizante de sus problemas que actúa a modo de escudo.

El cerebro aquí actúa como un mecanismo de supervivencia, pues los pacientes con un sistema de refuerzo alterado no toman la decisión por sí misma, pues el propio cerebro intenta evitar las cosas que producen dolor.

El hecho de desarrollar un TCA está ligado, en parte, a personas vulnerables con fuentes potenciales de dolor psicológico y una rigidez cognitiva.

La certeza frente al error

La madurez tampoco interviene en este aspecto, pues hay gente mayor con un procesamiento emocional de adolescente y viceversa.

Aquí entra en juego la resiliencia, es decir, la capacidad de afrontar la adversidad, pues hay un alto porcentaje de la población que esquiva los problemas eludiendo sus responsabilidades.

Lo común en este trastorno es que todos los pacientes desarrollan un rechazo a sentir emociones, pues las consideran algo de persona débil o de baja categoría.