El tabaquismo, un mal uso de las lentes de contacto, la falta de higiene palpebral y factores ambientales que favorecen la sequedad, también suponen una amenaza para la salud de la superficie ocular
Especialistas del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) advierten sobre los riesgos que puede provocar el frotamiento excesivo y continuado de los ojos. En concreto, en pacientes con cierta predisposición genética a padecer irregularidades y malformaciones patológicas en la superficie corneal, conocidas como ectasias, este hábito puede generar micro-traumatismos que dañan progresivamente la superficie de este tejido.
Estas patologías se caracterizan por un adelgazamiento crónico de la córnea, así como por la modificación de su curvatura natural. La córnea humana está compuesta principalmente por fibras de colágeno, que forman una malla, cuya misión consiste en mantener su forma para proteger la superficie ocular y para garantizar una correcta visión.
Al frotar los ojos, se debilita esta red natural y se producen roturas en la misma que provocan un adelgazamiento progresivo del tejido corneal y su consiguiente deformidad. “Imaginemos una pelota de fútbol que, debido a su uso, se va desinflando y adoptando una forma abombada. Lo mismo ocurre con la córnea, al frotarla en exceso ejercemos una presión que hace que se deforme progresivamente, dando lugar a un cambio en su forma y curvatura”, explica el Dr. José Luis Güell, coordinador del Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva de IMO.
Según el especialista, si bien no se ha establecido la frecuencia exacta con la que frotarse los ojos podría ser perjudicial, está claro que hacerlo a diario “pone al paciente en zona de riesgo”. Casi la mitad de los queratoconos se asocian al frotamiento ocular La ectasia corneal más común es el queratocono, una patología congénita que consiste en un adelgazamiento progresivo de la zona central de la córnea. Esta alteración provoca que esta parte del ojo adopte una forma cónica, lo que a su vez origina un astigmatismo irregular y una sucesiva disminución de la visión.
Aunque se estima que aproximadamente 1 de cada 2.500 habitantes del mundo padecen queratocono, las pruebas topográficas llevadas a cabo por los especialistas en cirugía refractiva antes de una operación, para detectar irregularidades en la córnea, revelan que 1 de cada 500 habitantes posee una predisposición genética a desarrollar la enfermedad y, pese a que muchos de ellos no llegarán a sufrirla, el primer factor de riesgo que puede desencadenar el queratocono es el frotamiento habitual de los ojos.
En este sentido, algunos estudios sitúan en un 45% el porcentaje de casos de queratocono asociados a frotamiento oculari , un dato que corrobora a diario en consulta el Dr. Óscar Gris, del Departamento de Córnea y Cirugía Refractiva de IMO, quien explica que “hay una estrecha relación entre este hábito y el queratocono, ya sea como desencadenante del mismo o como factor que lo agrava”. Según el especialista, es habitual que los pacientes con queratocono se froten el ojo o los ojos afectados compulsivamente y con fuerza, “incluso con el puño cerrado”, algo totalmente desaconsejable.
Por ello, el oftalmólogo destaca la importancia de tener sumo cuidado a la hora de frotarse el ojo, especialmente en el caso de los pacientes con queratocono, una patología que, según recuerda el especialista, “es la principal causa de trasplante de córnea en pacientes jóvenes, pese a que si se diagnostica a tiempo puede ser tratado satisfactoriamente con la técnica conocida como Crosslinking corneal”.
Otras ectasias corneales menos frecuentes son la degeneración marginal prelucida y el queratoglobo, que también pueden agravarse si el paciente tiene el hábito de frotarse los ojos. La primera se caracteriza por el adelgazamiento de la córnea por debajo de su zona central y suele afectar a ambos ojos, mientras que el queratoglobo provoca que esta parte del ojo tome una forma abombada hacia adelante, dando lugar a astigmatismo elevado y a una disminución de visión, junto a un adelgazamiento de toda la córnea.
Otros factores de riesgo para la córnea
El frotamiento ocular no es el único hábito que puede comprometer nuestra salud visual. Existen otros factores que pueden producir alteraciones en la superficie ocular, especialmente asociados al ojo seco, un trastorno que tiene su origen en la incapacidad de las glándulas lagrimales de segregar lágrima suficiente para mantener el ojo lubricado.
El uso continuado de pantallas de ordenador o de dispositivos móviles, puede dar lugar a esta alteración: “Lo más común es parpadear entre 14 y 18 veces por minuto, pero las personas que trabajan frente a una pantalla, pueden llegar a reducir mucho esta frecuencia, lo que provoca que la superficie del ojo esté mal lubricada”, apunta el Dr. Daniel Elies, también del Departamento de Córnea, Catarata y Cirugía Refractiva de IMO, quien recomienda el uso de lágrimas artificiales sin conservantes para evitar la sequedad ocular.
El tabaquismo es otro factor de riesgo de padecer ojo seco, ya que este hábito produce una vasoconstricción o estrechamiento de los vasos sanguíneos, que puede dar lugar a una falta de lubricación de la superficie del ojo y a la consiguiente irritación ocular. También existen factores ambientales que pueden desencadenar ojo seco, como, por ejemplo, la exposición continuada a espacios con aire acondicionado, calefacción o un trayecto de varias horas en avión.
En esta línea, los especialistas de IMO recuerdan que el ojo seco puede deberse a diversas causas y factores que hacen imprescindible un tratamiento personalizado para cada caso. Los usuarios de lentes de contacto también tienen que prestar especial atención y seguir los cuidados de higiene necesarios para su correcta conservación.
“En IMO recomendamos que estos pacientes realicen revisiones con el oftalmólogo una vez al año, además de con el óptico optometrista, ya que tienen más posibilidades de padecer una queratitis infecciosa, una infección corneal causada por una bacteria, virus u hongo que debe tratarse inmediatamente para evitar una pérdida de visión. Asimismo, las lentes de contacto reducen la sensibilidad, provocando una disminución de los reflejos cuando, por ejemplo, nos entra algo en el ojo, pudiendo dar lugar a lesiones graves”, explica la Dra. Mercè Morral, oftalmóloga de IMO especializada en ojo seco y patologías de la superficie ocular. Los síntomas más comunes de esta infección son fotofobia (intolerancia anormal a la luz), lagrimeo y ojo rojo.
Asimismo, una buena higiene de las manos, el uso de soluciones y líquidos para conservarlas, no utilizarlas en playas o piscinas, no dormir con ellas puestas y no excederse en su uso durante el día, puede ayudar a prevenir infecciones.
Por último, una buena higiene palpebral, también es una medida de prevención importante frente a infecciones y ojo seco. Las personas con un déficit a agua en la película lagrimal pueden producir un tipo de lágrima espeso y notar sequedad ocular o caspa en las pestañas. Esto ocurre porque la película lagrimal es de mala calidad y, por tanto, incapaz de lubricar correctamente la superficie del ojo. Al ser demasiado densa, cuando se seca se condensa sobre los párpados y pestañas en forma de caspa. Para evitar que esto ocurra, es imprescindible tener una higiene palpebral adecuada, lavando los párpados con jabón neutro o con toallitas palpebrales y, ante cualquier molestia, los especialistas de IMO recomiendan acudir al oftalmólogo para que pueda determinar la causa y recomendar el tratamiento más adecuado.

