La Asociación Madrileña de Asesores de Farmacia (AMAF) analiza el papel de la farmacia durante la pandemia, hablando sobre las normativas que han surgido, la venta de mascarillas, los geles hidroalcohólicos y recientemente la fijación de un precio máximo de venta para los test de antígenos
Si algo estamos aprendiendo en esta pandemia es que desde la oficina de farmacia no podemos permitirnos el lujo de tropezar varias veces sobre la misma piedra. Debemos a la población un servicio sanitario que sea eficaz, eficiente y correcto. Y las normativas que van surgiendo sobre la marcha nos demuestran que desde que comenzó toda esta situación en 2020, primero van ocurriendo las cosas y después se van tomando las medidas que éstas necesitan para regularse. Y así ha pasado con el seguimiento y tratamiento del COVID, que el camino se ha aprendido tropezando, levantándose y caminando para ir dando poco a poco con la ruta correcta.
En lo que respecta a las farmacias, que es el tema que a nosotros principalmente nos compete, podemos decir que pasó con la venta de mascarillas al comienzo de todo en febrero-marzo de 2020, después con los geles hidroalcohólicos y recientemente con la fijación de un precio máximo de venta para los test de antígenos.
Y desde la farmacia se ha intentado en todo momento evitar el desabastecimiento, aun sabiendo que son productos que se vuelven necesarios para la población y en muchos casos (como en el de los test) esenciales para el control de positivos y evitar con su detección que el virus siga propagándose sin conocimiento de causa.
Tras la aprobación de la venta al público de test de antígenos en las farmacias -desde julio de 2021-, se ha facilitado que la población evite esperar las largas colas que últimamente eran necesarias para la realización de estas pruebas en los centros de atención primaria y hospitales. De nuevo la farmacia ha servido de punto esencial sanitario para mermar el grave colapso que sufre la sanidad en nuestro país.
Con la llegada de la variante Ómicron a finales de noviembre y como antesala de las navidades, surgió el peligro del desabastecimiento y no fueron pocos los intermediarios que se lucraron subiendo el precio a los mismos. Con lo que el farmacéutico, al comprar a un coste elevado, debía venderlo igualmente “caro”. Un desbarajuste en toda regla y un despropósito. Muchos decidieron comprar “los justos”. Y otros, incluso, se negaron a hacerlo, comunicando a sus pacientes que no tenían disponibles en sus establecimientos estos test.
A mediados de enero, cuando ya la sexta ola con la llegada de la variante Ómicron en uno de sus puntos más álgidos de contagios desbordaba el número de casos positivos cada día, el Gobierno decidió regular el precio de los test de antígenos. Dejando en el regusto general, la sensación de que es “culpa” de las farmacias el desorbitado precio que tenían muchos de ellos en algunos establecimientos y otorgando en muchos casos, una imagen de ‘usurero’ al farmacéutico que, sinceramente, no se merece.
Aprovechamos estas líneas para desarticular el bulo de que los farmacéuticos han adquirido los test de antígenos por menos de 3 euros la unidad y, después, aprovecharon para venderlos a una media de 12 euros. En el momento de mayor auxilio, ni los proveedores establecieron ese precio de coste tan barato ni los farmacéuticos inflaron tanto ese precio de venta. Desde AMAF, fruto de la gran cercanía que nos une al farmacéutico sabemos que se ha tratado de un perfil que ha trabajado de forma honrada y ha respetado su código ético.
Así pues, con la regulación del precio de los test de antígenos, los profesionales de la oficina de farmacia que compraron a precio alto, tendrán pérdidas (que si consultan con sus asesores contables les darán una serie de recomendaciones para poder reflejarlos en los datos de su actividad de Farmacia) y la sensación de haber caído de nuevo en la misma ‘trampa’ que cuando se reguló también el precio de las mascarillas.
Algunos medios de comunicación, en aras a ofrecer información de ‘última hora’, cayeron en el más puro amarillismo, iniciando una campaña contra las oficinas de farmacia en la que su imagen quedaba en mal lugar. ¿Es que ahora viene a cuento que se abra la venta de test de antígenos también en supermercados? Si hace prácticamente unos meses el dardo apuntaba a si el farmacéutico estaba capacitado o no para realizar este tipo de pruebas de detección contra el COVID y se demostró, una vez más, que la farmacia es un punto esencial sanitario, esencial para la consulta de salud y esencial para la atención a pacientes que no tienen posibilidad de llegar a la propia atención primaria en los centros de salud. Ahora, toca cuestionarse si la farmacia está capacitada para vender test. ¿No creen que es demasiado lo que estamos soportando?
No podemos estar a la cola de Europa en este tipo de situaciones de emergencia sanitaria. No podemos permitir que la venta de test de antígenos se haya demorado tanto en un país en el que la farmacia comunitaria ha demostrado un trabajo impecable y ejemplar. Y no podemos permitir que se menosprecie una vez más a este profesional. Un farmacéutico no sólo dispensa el test, sino que además es capaz de explicar adecuadamente cómo debe realizárselo y, en caso de que su resultado sea positivo, también puede darle un asesoramiento previo acerca de cómo sobrellevar mejor esos síntomas. Y, con ello, por tanto, se convierte en una pieza esencial para descongestionar así las visitas y llamadas a los centros de atención primaria y hospitales.
Tal vez sería un buen propósito para este 2022 que entidades como el CGCOF o instituciones como los colegios de farmacéuticos, trabajasen para hacer fuerza y defender al farmacéutico de todos estos ataques gratuitos que se están recibiendo por parte de los medios de comunicación. Para que sigan manteniendo la imagen que se merecen: la de sanitarios que desde el principio de la pandemia han sido esenciales para la población y ofrecen una atención directa, cercana y profesional. La misma que demanda la población en estos momentos tan críticos.
En España tenemos un sistema de distribución ejemplar y hay que establecer unos mecanismos en común para poder actuar en caso de emergencia sin que se llegue al caos vivido durante estos días.