El riesgo de infecciones en los pies, como el papiloma plantar, aumenta en verano, sobre todo en la población infantil, debido al mayor contacto directo que se produce en lugares húmedos con afluencia de población, como las piscinas, según la Asociación Europea de Podología Integrativa (AEPI). Esta infección, causada por un tipo de virus del papiloma humano (VPH), puede afectar a cualquier edad aunque su incidencia es mayor en niños, sobre todo a partir de los 5 años, adolescentes y adultos jóvenes. “Su tratamiento habitual es muy agresivo pues conlleva quemarlo o extirparlo por lo que se están usando otras opciones como la medicina biorreguladora, que ayuda a activar el sistema inmunológico de forma natural frente a estas infecciones”, asegura el podólogo Fernando Ares, presidente de AEPI.
El virus que ocasiona el papiloma plantar, cuya manifestación clínica es de tipo tumoral benigno, “entra a nuestro organismo a través de las células que cubren la superficie de la piel, por lo que es muy contagioso. Pero hay que tener en cuenta que tiene un período de incubación y que en el pie suele aparecer entre los 6 y 18 meses posteriores a la infección”, advierte Ares. Afecta sobre todo a personas con un bajo sistema inmunológico y con capas más finas de la piel, como es el caso de los niños, “por eso ellos están más expuestos al contagio, ya que la principal vía es el contacto directo”, comenta. Para evitarlo, añade, “es importante que no anden descalzos y que usen chanclas y calcetines de latex en aquellos lugares donde hay mayor exposición como las piscinas públicas y las duchas comunes de sitios como los gimnasios”.
Otros factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de un papiloma plantar son las heridas, las situaciones de estrés, la falta de higiene o el calor y la humedad. “Es importante que durante los meses de verano se elija bien el calzado y los calcetines. Ambos deben ser transpirables para evitar el exceso de sudoración”, indica este podólogo. Por eso, para prevenirlo, “se recomienda cuidar la higiene y la alimentación, lo que permitirá también activar las defensas”, añade.
Tratamientos sin dolor
La terapia convencional de los papilomas plantares tiene como objetivo la eliminación de la lesión por inhibición, ya que “se orienta hacia la necrosis y para ello se usan medios físicos (crioterapia, electrocoagulación, laser, etc.), medios químicos (ácido nítrico, salicílico, cantaridina,etc.) o la cirugía, entre otros”, afirma Ares. Estas opciones “resultan doloras para los pacientes, y más tratándose de niños”, comenta. Otras opciones terapéuticas, como la medicina biorreguladora, cuyos principios activos son de origen natural y mineral, “buscan estimular la respuesta inmune, la inespecífica y adaptativa, del organismo con gran tolerabilidad y sin efectos secundarios”, añade.
Por estos motivos, “y porque la terapia resulta menos dolorosa y no deja secuelas, cada vez se está usando más un medicamento de acción biorreguladora, Engystol, que ha demostrado su eficacia para activar el sistema inmunológico de manera natural”, señala este podólogo. En un estudio realizado por AEPI con 98 pacientes de entre 5 y 12 años se ha podido comprobar cómo en el 98% de los casos en los que se ha usado este medicamento el papiloma desapareció después de un mes de tratamiento. Tampoco se detectaron efectos secundarios ni recidivas pasados los 3 meses.
Este medicamento en concreto actúa sobre el sistema inmunológico de primera respuesta, el más rápido y “su efecto antivírico ha sido constatado a través de diferentes estudios científicos durante los últimos 20 años”, explica.
Otros problemas de los pies en verano
En verano “los pies son una de las partes del cuerpo más expuestas a distintos tipos de problemas”, asegura Ares. Un calzado mal adecuado, la falta de hidratación o de higiene pueden provocar la aparición de “ampollas, durezas, callosidades o heridas que impiden caminar de manera adecuada”, añade.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos recomienda lavar a diario los pies con un jabón neutro, secárselos bien, aplicar crema hidratante diaria en los talones y en el dorso, así como protección solar, no cortar las durezas o callosidades, usar calcetines de algodón o de hilo para favorecer la transpiración, utilizar un calzado de verano adecuado que no lesione la piel y extremar las precauciones en lugares públicos para evitar el contagio de hongos, virus y bacterias.