Los especialistas recalcan que las cremas solares deberían usarse los 365 días del año, y deben ser eficaces contra los rayos UVB y los UVA. La labor profesional del farmacéutico es esencial, sobre todo a la hora de aconsejar sobre el empleo adecuado de los protectores solares
Con la llegada de la primavera aumenta la exposición al sol, y, aunque tomarlo a diario aporta numerosos beneficios al organismo, se deben también tomar precauciones. De ahí que surja la necesidad de emplear cremas solares de forma regular.
Los dermatólogos defienden la eficacia de estas lociones, aunque subrayan la importancia de cerciorar el testado oficial de estas cremas solares.
“Usar un buen protector solar ayuda a protegernos contra las quemaduras solares y, por tanto, reduce el riesgo de padecer cáncer de piel. Además, así estamos previniendo también el envejecimiento y la aparición de arrugas, pecas, manchas y la pérdida de elasticidad”. Así lo asegura la gerente de P20, Itziar Munt.
Con esta idea también coincide el doctor Pedro Rodríguez, dermatólogo en la Clínica Dermatológica Internacional, quien asegura en declaraciones a “farmanatur” que su uso regular “ha disminuido la aparición de cáncer en países como Australia”. Por esta razón, los expertos defienden que las cremas solares deberían ser un producto imprescindible los 365 días del año.
Así lo sentencia también la dermatóloga Paloma Borregón: “Tanto en verano como en invierno, su uso debe ser obligatorio, incluso aunque no se salga de casa, porque en nuestro hogar estamos expuestos también a la luz azul de las pantallas”. Por lo tanto, cualquier persona, sin importar la edad o el género, debería recurrir a su uso diario.
Para la farmacéutica Laura Rojas, las cremas solares son vitales. Y añade: “Nos cuesta muchísimo hacérselo entender a nuestros pacientes. Les insistimos que los protectores son una barrera de defensa para nuestra piel y, por eso, es importante recurrir a ellos todos los días”. En este sentido, la labor profesional del farmacéutico es muy relevante, ya que son ellos, prácticamente, los que más consejos, recomendaciones y advertencias ofrecen a los usuarios en el empleo de estos productos.
Por otro lado, cuando hablamos de fotoprotección, lo primero que debemos saber es de qué nos protege el producto. Borregón lo aclara: “Un buen protector solar nos debe escudar no solo de la radiación ultravioleta, sino también de los infrarrojos y de la luz visible”.
Fototipos de piel
Lo que determina si una piel se broncea o no es el fototipo; esto es, cómo se adapta cada piel al sol y en qué grado lo hace. Cuanto más baja sea esta capacidad, menos contrarrestarán los efectos de las radiaciones solares en la piel y viceversa. Para determinar el tipo de piel existe la denominada escala de Fitzpatrick, una herramienta para diferenciar las características de cada piel que establece 6 fototipos:
- Fototipo I: personas con la piel muy clara, con cabello pelirrojo, que no se broncea y que presenta quemaduras al exponerse al sol directamente.
- Fototipo II: corresponde a pieles claras, de cabello rubio o castaño claro, que apenas se broncean y que se queman si toman el sol durante escaso tiempo.
- Fototipo III: se caracteriza por cabello castaño y tono de piel intermedio, que se suele poner roja antes de broncearse.
- Fototipo IV: lo tienen personas cuya piel se broncea fácilmente tras la exposición solar y que suele tener el pelo castaño oscuro o moreno. Es el más frecuente en España.
- Fototipo V: es una piel que se quema ocasionalmente, al ser morena, canela o cobriza y cuyo color de cabello es muy oscuro.
- Fototipo VI: corresponde a las pieles negras, que tienen gran resistencia a la exposición a los rayos UVA y no se queman. El cabello también es muy oscuro.
Lo más recomendable: factor 50+
Respecto al índice de protección (Sun Protection Factor), los expertos coinciden: “El más adecuado es el 50+ y, quizá en los meses que no haya tanto sol, podemos recurrir al factor 30”, aclara Paloma Borregón. Por su parte, la responsable de marca de P20 también lo tiene claro: “El índice de protección adecuado irá relacionado con el fototipo de nuestra piel y el tiempo que queremos estar expuestos al sol, siendo lo más recomendable utilizar un protector solar de alto espectro SPF50+ y con una UVA superior o Ultra, ya que así estaremos bien protegidos frente a los rayos UVB y UVA. Además, es importante que nuestra loción sea muy resistente al agua”.
La dermatóloga en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, Ana María Molina, también nos diseña su fotoprotector ideal, para los más pulcros: “Debe ser respetuoso con el medio ambiente y no solo en el envase, sino también en la fórmula; tiene que tener una textura que facilite su aplicación; que tenga un SPF elevado, que es la protección frente a UVB, pero que también cuente con protección frente a UVA. Además, debe incluir protección frente a la radiación infrarroja, que es la que nos aporta el calor y protección frente a luz visible, para protegernos frente a la famosa luz azul artificial de las pantallas. Y, por último, un precio asequible, que, con el fin de aplicar la cantidad recomendada de 2 mg/cm2 gastamos varios botes a lo largo del verano”.
La calidad importa, la cantidad también
No solo es importante la calidad de los protectores solares, sino también la cantidad que apliquemos en la piel. No nos conviene pasarnos, porque el exceso no es bueno, pero tampoco quedarnos cortos, porque esto supondría una protección inadecuada. “Lo más recomendable son dos líneas extendidas en dos dedos. También es importante repetir la aplicación cada dos horas, aproximadamente. La mayoría de las personas se echan el protector antes de ir a la playa y después se olvidan de volver a hacerlo”, advierte la doctora Paloma Borregón.
En cuanto a la textura adecuada, Ana María Molina subraya que “todo depende de la actividad que se vaya a realizar”. Y prosigue: “En niños se recomienda usar fotoprotectores en forma de crema, de esos que te dejan blanco, porque tienen mayor componente de filtros minerales que, además de absorberse menos en la piel de los niños, nos ayudan a saber dónde lo estamos aplicando. Ya hay muchos estudios que demuestran que los fotoprotectores en spray nos hacen perder mucho más producto en el medio ambiente, sobre todo si los aplicamos en exteriores, y no son una buena estrategia en menores. En el caso de tener que emplearlos, la recomendación es aplicar el spray en la palma de la mano del adulto para después esparcirlo en la piel del niño”, detalla la dermatóloga.
Otras recomendaciones: usar sombrero y evitar las horas centrales del día
Además del uso de protección solar, para tener un resultado mejor, las expertas también mencionan otros consejos a llevar a cabo. “Creo que el abordaje más inteligente es usar la fotoprotección física, emplear sombrero, manga larga, bañadores con camiseta con SPF y evitar las horas centrales del día”, señala el doctor Pedro Rodríguez.
Por su parte, la responsable de P20 aconseja “comprar un buen protector solar, porque es mejor prevenir que curar, y adecuado al tipo de piel”. Además, añade, “se debe aplicar el protector solar 30 minutos antes de exponernos al sol, para que la piel pueda absorber bien el producto, y prestar especial atención a las zonas más sensibles, como las orejas, la nariz, los hombros y los pies”.
Itziar Munt recuerda que “tampoco hay que olvidarse de evitar exponernos al sol al mediodía (entre las 12 y las 16 horas), utilizar gafas de sol y sombrero para protegernos los ojos y la cabeza, beber agua con frecuencia para hidratar nuestra piel durante y, tras la exposición solar, prestar atención a cambios sospechosos en la piel”. Y advierte: “Ante cualquier cambio de color, tamaño o forma de los lunares, se debe derivar la situación al médico especialista”.
El sol, fuente de vitamina D
El sol emite rayos ultravioleta de distintos tipos: UV-A, UV-B y UV-C. Este último tipo no llega a nosotros, pero los dos primeros sí. Los rayos ultravioletas A son los que más se relacionan con el envejecimiento de la piel y de las células, y los ultravioletas B son los que potencian la pigmentación de la piel y nos proporcionan ese deseado tono bronceado, aunque también en exceso son nocivos.
Los rayos de sol son necesarios para que nuestro organismo sintetice la vitamina D, fundamental para el metabolismo del calcio y la mineralización de los huesos. Es cierto que hay alimentos que contienen vitamina D, como el aceite de hígado de bacalao, los pescados grasos como el atún, las sardinas o el salmón, o la leche enriquecida, pero todos esos alimentos no cubren más que el 10% de nuestras necesidades. El 90% de nuestras reservas de vitamina D provienen del sol, señalan los expertos.
Por eso no hay que cortar drásticamente con los baños de sol, sino que hay que aprender a aprovechar sus efectos benéficos minimizando los riesgos. Es muy importante no tomar el sol en las horas centrales del día, cuando la radiación es más intensa, como ya hemos mencionado, y limitar nuestro tiempo de exposición. Las cremas bronceadoras contienen filtros químicos que nos protegen de los efectos nocivos de los rayos UV, pero que también limitan la absorción de esos rayos por parte de nuestra piel, tan necesarios para obtener vitamina D; por eso debemos controlar su uso y reforzar nuestras defensas por otras vías.
Existen en el mercado complementos alimenticios que ayudan a proteger la piel y obtener un bronceado saludable. Es recomendable comenzar a utilizarlos antes de la temporada de vacaciones, sea montaña o playa; cuanto antes mejor, para garantizar que nuestro organismo tiene reservas suficientes de antioxidantes para hacer frente a los baños de sol del verano. Estos suplementos suelen contener plantas, flavonoides, carotenoides, selenio y vitamina D para estimular la pigmentación natural de la piel y ayudar a los sistemas fotoprotectores de nuestro organismo. Constituyen un valioso apoyo para mantener la salud de la piel y ayudan a nuestra dermis a luchar contra elementos externos que pueden afectarla.