Ahora que estamos en verano, debemos preocuparnos, más que nunca, de la correcta protección de la piel de nuestros niños, especialmente la de los bebés, que son los que la tienen más sensible y es aún muy fina, por lo que hay más riesgos de que se irrite.
Por este motivo, Aurora Berranger, experta en dermocosmética y responsable de producto de Uriage España recomienda extremar las precauciones en el caso de los más pequeños con respecto al sol: “especialmente en los recién nacidos. Se debe evitar exponerles directamente a los rayos solares y no se recomienda aplicarles cremas solares antes de los seis meses de vida puesto que su piel es más delicada y más fina y por consecuencia hay más riesgos de irritación”.
“A partir de los 6 meses – continúa- tampoco se recomienda la exposición directa a la radiación solar, aunque esto no siempre es fácil de controlar puesto que los niños pasan la mayor parte realizando actividades al aire libre. La piel de un bebé es muy sensible al sol, pero también a los filtros químicos que puedan contener algunas cremas solares. Por ello, es necesario utilizar fotoprotectores con filtros minerales hasta los 4 años, para garantizar una máxima seguridad y tolerencia”.
Cómo y qué tipo de crema aplicarles
La elección de la crema solar también juega un papel importante a la hora de cuidar la piel de los más pequeños de la casa. Es importante fijarse para qué zonas del cuerpo está indicada y si el mismo cumple con los requisitos de calidad que el correcto cuidado de la piel de un niño requiere: “Si el producto está indicado para rostro y cuerpo, podemos aplicarlo indistintamente sin problema. Es muy importante mirar muy bien el etiquetado y asegurarse de que se cubren bien todas las áreas corporales expuestas, especialmente la cara de su hijo, los pies, las manos, así como partes de las piernas y brazos en el caso de que no estén cubiertas por la ropa”, asegura Berranger.
En la cara, es importante proteger zonas altamente expuestas y que, habitualmente, protegemos menos como la nariz, los labios y las orejas. Para estas zonas, existen cremas en el mercado que nos ayudarán a extender mejor la crema en ellas.
Pieles atópicas
En estos casos más que nunca es cuando hay que tener aún más cuidado con la piel de nuestros bebés en esta época del año. En este sentido, María Garnica, Marketing Manager de Weleda, explica que: “la dermatitis atópica es una enfermedad que va en aumento. En los últimos 30 años, el número de casos ha crecido entre un 200 y 300 por ciento”
Pero, ¿qué es la dermatitis atópica?, Garnica responde. “En Occidente está cambiando la respuesta inmunitaria. Hay menos infecciones, pero aumentan las manifestaciones de patologías alérgicas, como la dermatitis atópica, especialmente en niños o personas genéticamente predispuestas. La dermatitis atópica es una disfunción de la barrera epidérmica, manifestada por sequedad cutánea y sensibilización medida por la IgE frente a alimentos y a alérgenos ambientales. Los síntomas más evidentes son el picor, enrojecimiento, descamación e irritación de la piel. Pueden ser varias las causas que predispongan a su aparición: la alimentación, las medicaciones, la contaminación ambiental, la higiene excesiva, los productos químicos para la confección y el cuidado de la ropa, la alteración de la flora intestinal… “.
Y en estos casos, ¿qué productos deben utilizarse para cuidar de los bebés que tienen alterado el sistema inmunológico de la piel? “El picor es el principal síntoma de la dermatitis atópica, que además provoca sequedad e hipersensibilidad. La piel se inflama, se enrojece, pierde la continuidad en su barrera protectora y se descama con facilidad. Por eso, estas pieles necesitan productos que ayuden a reforzar la capa hidrolipídica, creando un manto protector para, así, evitar la pérdida de agua y reforzar las funciones protectoras de la piel. Es importante evitar todo aquello que erosione la barrera protectora y el equilibrio propio de la piel como jabones, detergentes, sustancias químicas (conservantes, aditivos…) de los productos tópicos o cosméticos”, asegura la Marketing Manager de Weleda.
Factor de protección
Puesto que los niños forman parte del grupo de mayor riesgo, es necesario que el protector sea el de máxima protección. “Como ya sabemos, la piel tiene memoria y las quemaduras por exposición solar durante la infancia aumentan las posibilidades de desarrollar alguna célula cancerígena en la edad adulta. Así, lo recomendable es usar un factor de protección SPF50+, que además sea resistente al agua y fácil de extender ya que, como decíamos, los niños están continuamente moviéndose y es fundamentar repartir el protector de manera uniforme y rápida”, explica Berranger.
Una vez que ya sabemos qué tipo de crema elegir y cuáles son las zonas en las que hay que hacer especial incidencia, también hemos querido preguntar a la experta, con qué frecuencia se recomienda dar la crema protectora a los niños. “Los fotoprotectores con filtros químicos se deben aplicar 30 minutos antes de salir de casa, ya que no actúan de modo inmediato y hacerlo todos los días, también los nublados ya que aunque no se perciban, los rayos UV pasan a través de las nubes y pueden causar quemaduras. Respecto a la frecuencia, deberemos repetir la aplicación cada hora, y después de cada baño o esfuerzo físico. También es importante cómo aplicarlo: hay que aplicar una capa homogénea y espesa en todas las partes del cuerpo, y extenderla bien hasta que se absorba el producto”, apostilla.
Y los niños, ¿también necesitan ‘after sun’? “La epidermis de un recién nacido es su escudo de protección frente a las agresiones externas y le protege frente a posibles enfermedades e infecciones, en este sentido, requiere mayor atención después de la exposición al sol. Por ello, después de cualquier exposición al sol, debemos proporcionar un cuidado nutritivo para preservar las defensas naturales de la piel y prevenir posibles daños celulares. Tienen que ser de uso pediátrico y respetuoso con su piel, por lo que se recomiendan cuidados hipoalergénicos, sin alcohol, y sin parabenos”, concluye.