La conferencia contó con las intervenciones del Dr. Víctor Pérez, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar y vocal del patronato de la Fundació Malalts Mentals de Catalunya, y Anna Mitjans, coordinadora de proyectos de la Fundació Galatea
El pasado 19 de enero tuvo lugar en el Col·legi de Farmacèutics de Barcelona (COFB) una nueva tertulia COVID-19 titulada “Salud mental en tiempos de COVID”. Patrocinada por Neuraxpharm, estuvo a cargo del Dr. Víctor Pérez, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar y vocal del patronato de la Fundació Malalts Mentals de Catalunya. Además, en la conferencia también intervino Anna Mitjans, coordinadora de proyectos de la Fundació Galatea.
Aina Surroca, secretaria del COFB y responsable de la Comisión Delegada de Formación Continuada, fue la encargada de introducir y moderar la sesión. Al inicio de ésta, Surroca destacó que “las personas jóvenes, las personas mayores y las mujeres son grupos con mayor riesgo de sufrir este incremento de trastornos mentales provocado por la pandemia de COVID-19. Y es por eso que queríamos hacer esta conferencia, porque vemos cómo crece la ansiedad o la depresión, que se descompensan trastornos graves como la esquizofrenia o los trastornos de conducta alimentaria y las tentativas de suicidio”. Y añadió que “en el Estado español, la inversión en salud mental es de un 4%, mientras que la media de la Unión Europea es del 5,5% e incluso hay países que llegan al 10%”.
La pandemia, un reto importante para la salud mental
El Dr. Pérez comenzó su intervención recordando que “desde la Sociedad Española de Psiquiatría, enseguida nos dimos cuenta de que la pandemia iba a ser un reto muy importante para la salud mental y, de hecho, en estos momentos está en el centro de todas las miradas. Hemos sentido lo que es la tristeza, la ansiedad, la depresión, la desesperación, la sensación de que nada podías hacer y, probablemente, esto ha hecho que miremos a la salud mental como algo que tenemos que cuidar”.
Otro motivo de preocupación en relación con la salud mental ha sido “el impacto de las medidas que se han tomado para tratar de disminuir la pandemia”. Y, sobre todo, durante la primera ola, “cómo manejar el duelo en una situación de confinamiento domiciliario, cómo ayudar a los compañeros de otras especialidades a poder aguantar la presión y, también, cómo afectaba la pandemia a los enfermos mentales graves”.
Áreas más destacadas e importantes para la salud mental
Pacientes
El Dr. Pérez explicó que “el coronavirus es un virus neurotrófico, que afecta directamente al cerebro y, como tal, conlleva una serie de sintomatología. La más frecuente es insomnio, ansiedad, déficits de concentración, problemas de memoria y, posteriormente, los síntomas de salud mental que más refieren los enfermos COVID-19 son la fatiga y los recuerdos traumáticos, sobre todo, aquellos que tuvieron situaciones de crisis muy importantes y aquellos que estuvieron en la UCI, que muchas veces acaban con una sintomatología parecida a la del estrés postraumático”. Y añadió: “También hay otro tipo de impactos del virus que tienen que ver con la psicología, como el estigma que la COVID-19 tuvo en los primeros meses, el aislamiento social, los problemas socioeconómicos, l a fatiga o las secuelas funcionales tras la infección, entre otros”.
Duelo
El Dr. Pérez recordó que “al principio, se cerraron las visitas a los hospitales, y se ha vuelto hacer en otras olas”. “Los enfermos llegaban solos –después de despedirse en casa de las familias- y se podían morir en el hospital sin que nadie de su familia tuviera acceso a ellos. Con suerte, personal de enfermería o trabajadores sociales hacían una despedida con una tablet o un teléfono”, afirmó
Todo ello repercute en el concepto de duelo de la cultura occidental. Según explicó el doctor, el duelo en tiempos de COVID-19, sobre todo al principio, fue traumático por estas características: rapidez, falta de tiempo para asimilar, la sorpresa, la incertidumbre, la impotencia de no poder hacer nada para cambiarlo, el hecho no poder entender lo que está pasando o la soledad en el momento de la muerte.
Profesionales sanitarios
“Desde el principio nos dimos cuenta que los profesionales sanitarios que estaban en primera línea iban a pasarlo mal”, apuntó el Dr. Pérez. Por eso, en hospitales como el Hospital de Mar “ofrecimos un servicio de atención para aquellas personas que, inicialmente, eran trabajadores, familiares y usuarios. Después, se fue centrando específicamente en los trabajadores. Una de las cosas que hicimos en la primera ola, que funcionó muy bien, fue poner en marcha una cafetería con psicólogos. La gente se acercaba y hablaba con los psicólogos y, sobre todo, hablaban entre ellos. La verdad que en aquellos meses fue espectacular la gente que vino”.
Dentro de este bloque, el Dr. Víctor Pérez también aportó datos del estudio MINDCOVID, liderado desde el Hospital del Mar por el Dr. Jordi Alonso, que tiene por objetivo estudiar la salud mental de los trabajadores sanitarios y de otros colectivos vulnerables, así como los enfermos de la COVID-19 y también en una muestra de la población general adulta.
En relación con el riesgo de enfermedad, “prácticamente el 45% de los profesionales que contestaba la encuesta -tanto en el Hospital del Mar como en global-, estaba en riesgo de enfermedad mental. Lo más frecuente era la depresión y los problemas de ansiedad”. Concretamente, “los profesionales sanitarios que tenían más riesgo de sufrir algún trastorno mental eran: las mujeres, formar parte del colectivo de enfermería, estar en formación, profesionales sanitarios que habían tenido alguna pérdida por COVID-19 y, especialmente, aquellos profesionales sanitarios que estaban en primera línea frente al coronavirus”. En relación con los factores protectores de impacto psicológico, se vio que eran los universales: “tener buenas relaciones sociales, poder contar lo que nos pasa, tener un bu en equilibrio entre la razón y las emociones y saber compartimentar el trabajo y la vida familiar y el ocio”.
Poblaciones vulnerables: los jóvenes y enfermos mentales
Según expuso el Dr. Pérez, “una de las cosas que hemos aprendido y que tendríamos que intentar no volver a hacer es aislar a los adolescentes. Cerrar las escuelas y los sitios de reunión de personas jóvenes nos ha hecho pagar un precio. Sobre todo porque sabemos perfectamente que, en gente joven, el coronavirus tiene muy pocos riesgos. Y, de hecho, la demostración más importante de que fue un error es que ha habido un aumento importante de la conducta suicida en los adolescentes”.
Por otro lado, “inicialmente se pensaba que los enfermos mentales, por ser enfermos especialmente frágiles, iban a vivir muy mal la situación de la pandemia. Nos equivocamos. Los datos que obtuvimos eran muy parecidos a los que ya teníamos de la población general”.