Por Departamento técnico de Adaptoheal
El sistema inmune es el superhéroe de nuestro cuerpo, siempre listo para protegernos de los diversos impactos negativos a los que nos enfrentamos.
Estos pueden ser emocionales, como la pérdida de un ser querido, problemas familiares, laborales o el estrés constante; biológicos, como virus, bacterias, hongos, parásitos y biotoxinas; químicos, como el consumo de colorantes, sustancias artificiales, azúcar refinada o tabaco; y físicos, como la exposición excesiva a los rayos UV o la radioterapia.
Cuando estos factores, junto con los malos hábitos que a veces adoptamos en nuestro día a día, se acumulan, se convierten en una especie de “kriptonita” que debilita a nuestro superhéroe.
¿Qué sucede cuando tenemos un sistema inmune débil?
Cuando nuestro sistema inmunológico está debilitado, el cuerpo se vuelve más vulnerable a infecciones, enfermedades y otros problemas de salud. Un sistema inmune débil no puede responder eficazmente a los virus, bacterias, hongos y otros patógenos, lo que aumenta el riesgo de padecer resfriados frecuentes, gripe, infecciones recurrentes o problemas como infecciones respiratorias y digestivas. Además, la capacidad del cuerpo para combatir enfermedades crónicas también se ve comprometida, lo que puede conducir a una recuperación más lenta o incluso a complicaciones más graves.
Cada uno de nosotros tiene el poder de optar por una vida más saludable al tomar decisiones conscientes que transforman nuestros hábitos y comportamientos. Adoptar una alimentación balanceada, hacer ejercicio regularmente, descansar lo suficiente y gestionar el estrés de manera adecuada son pasos clave para cuidar de nuestro organismo y fortalecer nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, también existen situaciones fuera de nuestro control, como la exposición a agentes externos, contaminantes ambientales, toxinas, o cambios repentinos en nuestras circunstancias de vida que pueden afectar nuestra salud sin que podamos evitarlas. Para estos casos, contamos con un recurso clave que puede convertirse en el mejor aliado de nuestro sistema inmune: los adaptógenos.
¿Qué son los adaptógenos?
Los adaptógenos son sustancias naturales, como plantas, hongos y raíces, que mejoran la capacidad del cuerpo para adaptarse a los factores estresantes de la vida, evitando que estos nos afecten de manera negativa.
Estas poderosas sustancias se han utilizado desde tiempos antiguos por diversas civilizaciones alrededor del mundo para mejorar la resistencia y promover el bienestar.
Existen muchos, pero nombremos algunos:
- Ashwagandha: Proveniente de la medicina ayurvédica en la India, conocida por sus propiedades para reducir el estrés y mejorar la vitalidad.
- Ginseng siberiano (Eleutherococcus senticosus): Utilizado tradicionalmente en la medicina china y rusa, reconocido por su capacidad para aumentar la energía y la resistencia física.
- Reishi: Un hongo utilizado en la medicina tradicional china, valorado por sus propiedades inmunomoduladoras y por promover la longevidad.
- Equinácea: Originaria de América del Norte, utilizada por los nativos americanos
para tratar infecciones y fortalecer el sistema inmunológico. - Cordyceps: Un hongo adaptógeno que proviene del Tíbet y otras regiones de Asia, utilizado por sus propiedades energizantes y su capacidad para mejorar la función respiratoria.
- Rhodiola rosea: Originaria de las regiones frías de Europa y Asia, utilizada en la medicina tradicional de Rusia y Escandinavia para mejorar la resistencia al estrés y la fatiga.
Estos adaptógenos, utilizados durante siglos de forma tradicional, han demostrado su efectividad a lo largo de la historia y continúan siendo aliados poderosos para fortalecer el cuerpo y la mente en la vida moderna.
Tres aspectos claves que debes conocer de los Adaptógenos
Equilibran las funciones del cuerpo, ya sea aumentando o reduciendo lo que el organismo necesita en un momento dado, promoviendo una mejor adaptación y un equilibrio físico, mental y emocional. Son seguros para su uso prolongado y no generan efectos negativos.
Por el contrario, su uso regular favorece una regeneración constante y mejora el bienestar general del organismo y aumentan la capacidad del cuerpo para resistir cualquier tipo de estrés, trabajando a nivel celular y regulando los neurotransmisores, lo que contribuye a una respuesta más eficiente y equilibrada ante situaciones adversas.
¿Por qué los adaptógenos son buenos para el sistema inmune?
Los adaptógenos ayudan al cuerpo a mantener su equilibrio frente al estrés y otros factores que debilitan nuestras defensas. El estrés crónico es uno de los principales enemigos del sistema inmune, ya que puede agotarlo y reducir su efectividad. Los Adaptógenos actúa regulando el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el cual controla la liberación de cortisol, la hormona del estrés. Al mantener los niveles de cortisol bajo control, el sistema inmune se mantiene fuerte y puede funcionar de manera más eficiente.
Por ejemplo la Ashwagandha ayuda al cuerpo a lidiar con el estrés y la Rhodiola ayuda al organismo a adaptarse al estrés emocional.
Además, los adaptógenos tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Esto es importante porque la inflamación crónica y el daño oxidativo pueden debilitar las defensas del cuerpo, haciéndolo más susceptible a infecciones y enfermedades. Los adaptógenos, al reducir la inflamación y combatir los radicales libres, promueven una mejor protección contra los agentes patógenos y el envejecimiento prematuro del sistema inmune.
A diferencia de los estimulantes, que solo activan el sistema inmunológico temporalmente, los adaptógenos tienen un efecto modulador, lo que significa que no solo ayudan a fortalecer las defensas cuando están bajas, sino que también las regulan cuando la respuesta inmunológica es excesiva, como en el caso de alergias. Por ejemplo el Panax ginseng contribuye a las defensas naturales y al adecuado funcionamiento del sistema inmunológico.
Los adaptógenos aumentan la resistencia física y mental, ayudando al cuerpo a gestionar el cansancio y mejorar la recuperación. Un organismo con menos fatiga y mayor capacidad de adaptación está mejor preparado para enfrentarse a los patógenos y mantener una respuesta inmunitaria adecuada. Por ejemplo, el Astragalus aumenta la resistencia fisiológica del organismo en caso de condiciones ambientales severas.
Los adaptógenos en el día a día
Hoy en día, contamos con una gran variedad de adaptógenos, cada uno con propiedades únicas que se adaptan a diferentes necesidades y estilos de vida. Ya sea porque buscas apoyo en momentos de alto estrés, mejorar tu rendimiento físico o simplemente mantener el equilibrio emocional, los adaptógenos pueden ajustarse a lo que tu cuerpo necesita.
Además, muchas fórmulas combinan varios adaptógenos, lo que no solo maximiza sus beneficios individuales, sino que crea sinergias entre ellos, ofreciendo un apoyo más completo al organismo. Estas combinaciones mejoran la capacidad de adaptación frente al estrés, optimizan el funcionamiento del sistema inmune y promueven un equilibrio general en el cuerpo y la mente.
Los adaptógenos no solo resultan útiles cuando sentimos que necesitamos un refuerzo adicional, como en momentos de agotamiento físico, mental o emocional, sino que también son una herramienta excelente para utilizarlos de manera preventiva. Incorporarlos de forma regular en nuestra rutina diaria puede hacer una gran diferencia a largo plazo, ayudándonos a estar mejor preparados para enfrentar los desafíos del día a día. Su acción constante contribuye a aumentar la resistencia del cuerpo ante los factores estresantes, reforzar el sistema inmunológico y favorecer un estado de salud equilibrado y sostenible. Esto significa que, con el tiempo, el cuerpo se adapta mejor y se mantiene más fuerte frente a cambios, estrés o posibles enfermedades.
Incorporar adaptógenos en el día a día es una estrategia eficaz para mantener un sistema inmunológico, el verdadero superhéroe de tu cuerpo, en óptimo funcionamiento. Ya sea que se utilicen para manejar picos de estrés o como parte de una estrategia de bienestar a largo plazo, los adaptógenos actúan como un soporte natural, ayudando al organismo a adaptarse y a protegerse. De esta forma, nos aseguramos de que las defensas siempre estén listas para los diferentes desafíos que puedan surgir, mejorando no sólo la respuesta al estrés, sino también la capacidad para mantener un estado de salud estable y resistente.
La naturaleza puede ser nuestro mejor aliado cuando entendemos que en ella encontramos una gran variedad de recursos poderosos