La farmacia Eguizábal Martínez de La Joyosa, Zaragoza, se ha convertido en un pilar esencial para la comunidad desde su apertura en 2013. Destaca por su vocación asistencial y su compromiso con la salud de sus vecinos. En un entorno rural, su farmacia ofrece un servicio integral y personalizado, adaptándose a las crecientes necesidades de la población.
Ubicada en la Plaza de España, en el pequeño municipio de La Joyosa, en Zaragoza, la farmacia de Enrique Eguizábal Martínez ha sido un pilar fundamental en la comunidad desde hace 11 años. Está enclavada en un lugar privilegiado, en la plaza mayor, al lado del Consultorio de Salud, “como suele ocurrir en muchos pequeños municipios de este tipo”, constata su propietario.
Este farmacéutico, sin antecedentes familiares en la profesión, decidió, al terminar sus estudios en 2013, emprender el desafío de ser el titular de su propia farmacia. “Sin duda, fue la mejor manera de iniciarme en la profesión farmacéutica. El ejercer en este entorno me ha permitido conocer a fondo el lado más humano de la profesión farmacéutica y poder seguir formándome durante estos años”, afirma.
Para Enrique Eguizábal la formación es algo clave y por eso ha seguido estudiando para poder atender mejor a sus clientes y ahora también tiene un máster en atención farmacéutica y un título en nutrición y dietética. Su negocio está en un pequeño pueblo de alrededor de mil habitantes por lo que se considera una farmacia rural y para este profesional, su farmacia siempre ha sido un servicio esencial en el pueblo y más todavía, durante la pandemia del COVID-19, ya que considera que la pandemia marcó “un antes y un después” en el sistema sanitario: “El cambio en la percepción de la farmacia, tanto por parte de los pacientes como de la administración, ha sido notorio”, comenta.
Stock “a la carta”
En municipios pequeños como La Joyosa, el farmacéutico se ha convertido en el primer punto de contacto de salud para los pacientes: “Conocemos bien los tratamientos habituales y las necesidades de nuestros pacientes“, explica Enrique. En cuanto a la gestión de stock, considera que en una farmacia rural es muy distinto que en una urbana. Él gestiona su stock a través de pedidos diarios, adaptando el inventario a las prescripciones locales. Se puede decir que en ocasiones dispone de medicaciones “a la carta” porque ya sabe de memoria lo que suele prescribir el facultativo que acude al pueblo, así como los tratamientos habituales de sus pacientes.
Dispone de poco espacio para almacenamiento porque el local tiene un almacén muy pequeño y se apoya fundamentalmente en los pedidos diarios al mayorista. “Esto nos ayuda a mantener un stock reducido sin necesidad de tener que acumular grandes cantidades de producto”, declara el farmacéutico.
Servicios y productos
La farmacia de Enrique Eguizábal ofrece una amplia gama de productos y servicios que para poder encontrar fácilmente, distribuye por patologías o problemas de salud. Sobre todo, en este negocio destacan los tratamientos preventivos que ofrece en sus distintas secciones como son dermocosmética, fitoterapia, EFP, homeopatía, higiene bucal, botiquín, cuidado capilar, alimentación infantil, salud sexual e higiene íntima, dietética y nutrición, autocuidado personal, deporte, ortopedia, etc. “Al ser la única farmacia del municipio, el paciente busca un cuidado integral de su salud”, señala el farmacéutico. En su pequeño local, bien organizado por categorías, Eguizábal y su equipo se aseguran que sus clientes
encuentren todo lo que necesitan. “Nada nos gusta más que escuchar: ‘aquí hay de todo, como en botica'”, comenta con orgullo.
Esta farmacia de La Joyosa ha implementado nuevos servicios como el seguimiento farmacoterapéutico, SPDs (sistemas personalizados de dosificación), control tensión arterial, cálculo del riesgo cardiovascular, la cesación tabáquica o el asesoramiento nutricional, entre otros, para adaptarse a las crecientes demandas de la población rural.
La dermofarmacia es una categoría en la que Enrique Eguizábal ve un gran futuro: “El farmacéutico, como experto en productos cosméticos, puede hacer mucho por la salud de la piel de los pacientes. Por eso, debemos especializarnos y ser el lugar de referencia donde profesionalizar la atención dermofarmacéutica y el consejo cosmético, favoreciendo estrategias propias o en colaboración con otros profesionales sanitarios. Tenemos que ensalzar el papel tan importante que tenemos en la prevención de problemas en la piel y nuestra capacidad de derivación al médico especialista ante lesiones sospechosas”.
La dermofarmacia, constata el propietario, también experimenta desde hace años un creciente salto motivado por el auge del autocuidado y la preocupación por la belleza personal, así como la creciente incidencia de enfermedades dermatológicas crónicas y otros problemas en la piel, por eso la farmacia tiene que ser un lugar de referencia especializado.
Además, cree que la obesidad será otro de los grandes desafíos del futuro, y su farmacia ya ofrece asesoramiento sobre el control de peso y la prevención de enfermedades asociadas y sobre todo, fomenta los cambios en el estilo de vida y enseña a sus conciudadanos a cómo hacer un uso adecuado de los medicamentos para bajar de peso.
Pros y contras de la farmacia rural
Hay que tener en cuenta que, en muchos pueblos pequeños como La Joyosa, la farmacia es el único agente sanitario fijo, ya que los médicos y enfermeros acuden al consultorio unas pocas horas diarias, o a veces, sólo algunos días a la semana. Por eso, declara el propietario: “La figura del farmacéutico se ha convertido en el primer consejero en materia de salud y primera puerta de entrada para el paciente”.
Enrique es consciente de los desafíos a los que se enfrenta la farmacia rural, especialmente debido a la despoblación y al envejecimiento de la población. Sin embargo, está convencido de que el futuro pasa por hacer de su farmacia un centro más asistencial. “El cambio en el modelo retributivo, hacia un pago por servicios y no solo por la dispensación de medicamentos, sería clave para la subsistencia de las farmacias rurales”, afirma Eguizábal.
Este profesional opina que aumentar las competencias legales del farmacéutico comunitario fortalecería el rol clínico de la profesión y destaca que en los últimos años, las necesidades de los pacientes han cambiado drásticamente, sobre todo a raíz de la pandemia y hay que adaptarse a ello: “Nos enfrentamos a un paciente más demandante que busca soluciones rápidas pero también, es a la vez altamente reflexivo y busca en nosotros esa empatía, confianza, seguridad para la resolución de sus problemas, dado que lo que está en juego es su salud y su bienestar”.
Por otro lado, el estar en un entorno rural, facilita la fidelización del paciente y Enrique Eguizábal declara: “Es un proceso más sencillo. La confianza que el paciente deposita en su farmacéutico es clave”, y es muy consciente de ello por lo que implementa campañas de fidelización como una tarjeta de puntos para productos de parafarmacia. También organiza periódicamente formaciones o charlas dirigidas a grupos de pacientes sobre distintos patologías o problemas de salud. “El seguimiento cercano y continuo es la mejor manera de garantizar la lealtad de nuestros pacientes”, constata.
Futuro y nuevas tecnologías
Aunque Enrique Eguizábal valora el uso de las redes sociales como herramienta de comunicación, no las considera indispensables: “Prefiero invertir tiempo en formación y en la implementación de nuevos servicios profesionales en la farmacia“, afirma. Sin embargo, reconoce que la digitalización de las farmacias será clave para su futuro, ofreciendo un abanico de posibilidades como la incorporación de nuevos sistemas y plataformas de atención farmacéutica.
Su objetivo lo tiene muy claro y es ser y seguir siendo una farmacia más asistencial para sus pacientes, ya que considera que es la clave para la subsistencia de la farmacia rural en un futuro: “Debemos tener en cuenta que a las boticas rurales nos afecta de lleno la despoblación y envejecimiento de la población de nuestros territorios. Ello trae consigo que el número de recetas dispensadas y por tanto, los ingresos sean cada vez más bajos. Si además le sumamos que el Gobierno lleva tiempo ejecutando medidas de reducción y contención del gasto farmacéutico, es un escenario propicio para hacer llegar a la farmacia rural a su límite”.
Este farmacéutico es muy consciente de que la farmacia rural tiene un fuerte componente vocacional. En este sentido, se preocupa la falta de relevo generacional para este tipo de boticas. Partiendo de la dificultad de poder encontrar personal para una oficina de farmacia, lo es aún más complicado, sin lugar a duda, para una farmacia rural. En la farmacia rural se cuenta con recursos personales muy limitados, pero tiene claro que “el secreto del éxito está en contar con un buen equipo que brinde una correcta atención a los pacientes” y se deshace en elogios hacia su personal: “Me faltan apelativos para ensalzar la labor tan positiva que desarrollan a diario. Formamos un equipo muy humano y cercano, con gran compromiso con nuestro trabajo, lo cual agradezco enormemente”.
También, cree que, de aquí a unos años, el mayor desafío al que se pueden enfrentar los farmacéuticos será “el cambio en el actual modelo retributivo de la farmacia que conocemos”. Aboga por un viraje hacia un pago por servicios ofrecidos y no solamente por la dispensación de envases de medicamento, como hasta ahora. Para él, esto supondría el impulso definitivo hacia una farmacia más asistencial en detrimento de la comercial. El concertar más servicios profesionales remunerados para este tipo de farmacias sería de gran ayuda para su subsistencia a corto, medio y largo plazo.