Se recomienda el uso de respiradores de partículas FFP2 y FFP3 para profesionales sanitarios que realicen procedimientos o maniobras que puedan generar aerosoles, pero solo como medida extra de protección ante el desconocimiento de cómo evolucionará la situación, ya que sería suficiente con el uso de mascarillas quirúrgicas
La Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), con el objetivo de fomentar la educación sanitaria y evitar confusión tanto entre los profesionales sanitarios como entre la población en general, explica los diferentes tipos de mascarillas y sus usos.
En este contexto, explica que “la principal función de las mascarillas es evitar el contagio, no permitir el contacto del microorganismo con nuestra mucosa respiratoria. A la hora de hablar de mascarillas es importante saber diferenciarlas, ya que cada tipo tiene su función, reglas e indicaciones de uso
¿Cuándo usar mascarillas quirúrgicas?
Las mascarillas quirúrgicas se llaman así, precisamente porque son utilizadas en quirófano para evitar que el personal sanitario pueda transmitir microorganismos al campo quirúrgico; por ello también son útiles en las personas enfermas para evitar que transmitan microorganismos.
“Estas mismas mascarillas –puntualizan los expertos en Medicina Preventiva y Salud Pública- ofrecen protección para las personas sanas contra enfermedades que se transmiten por gotas mayores de 5 micras, las cuales no son capaces de quedarse suspendidas en el aire ni llegar a una distancia superior a 1,5 metros. Por ello, son las adecuadas para atender a pacientes con enfermedades como la gripe o el SARS-CoV2.”
A su vez estas mascarillas pueden ser utilizadas por personas con inmunosupresión y ayudarlas a evitar contagiarse de microorganismos oportunistas que atacan exclusivamente a quienes tienen un sistema inmune débil.
Uso de mascarillas FFP2 y FFP3
Existen otras mascarillas con una capacidad de filtrar partículas más pequeñas (menores o iguales a 5 micras). “Hablamos de los respiradores de partículas (FFP2, con una eficacia de filtración del 92% y de mascarillas FFP3, con una eficacia del 98%). Esta cualidad las hace especialmente útiles en la industria para evitar la exposición de trabajadores a contaminantes ambientales, así como también como protección contra enfermedades que se transmiten a través de estas gotitas más pequeñas, las cuales son capaces de quedar suspendidas en el aire y llegar más lejos como puede ser una tuberculosis, es la llamada transmisión aérea.”
“En el caso del SARS-CoV2 no se ha demostrado transmisión aérea, por lo que no sería necesario el uso de este tipo de respiradores” – advierten desde la SEMPSPH.
El hecho de que las gotitas puedan quedar suspendidas por el aire hace fundamental el hecho de ajustarse facial de los bordes del respirador, y de ahí el diseño tan característico que tienen estos respiradores FFP2 y FFP3.
Dentro de este grupo existen respiradores con o sin válvula y filtro. Este filtro puede hacer que la respiración sea algo más dificultosa, lo que hace que no sea recomendable su uso por paciente. La función de la válvula en los respiradores es la de expulsar mejor el aire, sin necesidad de pasar por el filtro, en cambio, a la hora de inspirar (coger aire) el aire sigue pasando por el filtro, por lo que sigue existiendo esa resistencia. Esta ventaja permite mayor comodidad de uso, pero en contrapartida al ser expulsado el aire sin filtrar no es adecuado para enfermos, ya que expulsarían el microorganismo al aire.
Por último, y refiriéndonos específicamente a la atención sanitaria, pueden existir determinadas circunstancias en las que es necesaria la utilización de respiradores FFP2 o FFP3 como medida de protección adicional para atender a pacientes con enfermedades de transmisión por gotas grandes (las mayores de 5 micras) ya que existen ciertos procedimientos que producen aerosoles, que harían necesaria su utilización, esto ocurre en el caso del SARS-CoV2 y en otros microorganismos que se transmiten por gotitas.
Desde la SEMPSPH se insiste en que ante la situación generada por el coronavirus “actualmente en España no es necesario que los ciudadanos usen mascarillas en el desarrollo de su vida cotidiana, o cuando se viaje en avión, salvo cuando estén en contacto con algún paciente infectado. En el caso de los profesionales, y como medida extra de protección ante la incertidumbre de cómo puede evolucionar la situación, se recomienda el uso de respiradores FFP2 de forma genérica y el uso de respiradores FFP3 cuando el profesional vaya a realizar un procedimiento o maniobra que pueda generar aerosoles”.