La nueva estrategia para el control de infección incorpora una tecnología que atrapa las bacterias y las adhiere a los apósitos, lo que permite eliminarlas al retirarlos
Las úlceras crónicas son patologías muy prevalentes en pacientes mayores dependientes que, en muchas ocasiones, requieren tratamiento con agentes antimicrobianos para controlar la infección. La creciente sensibilidad hacia la resistencia a los antibióticos explica que los nuevos antimicrobianos con modo de acción físico estén comenzando a ganar terreno a los químicos. Los agentes con modo de acción físico aportan como principales ventajas un alto perfil de seguridad y eficacia para un amplio espectro de acción clínica y distintos tipos de pacientes.
Los beneficios de los antimicrobianos con modo de acción físico se han puesto de relieve en el transcurso del simposio Tecnología Sorbact: un nuevo paradigma en la gestión de la infección, organizado por Essity en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Heridas (SEHER), que tiene lugar en Madrid. La tecnología Sorbact permite eliminar las bacterias y otros microorganismos de heridas exudativas, contaminadas, colonizadas o infectadas sin utilizar agentes químicos. Su mecanismo de acción se basa en el efecto físico de la interacción hidrofóbica. Las sustancias hidrófobas (repelentes al agua) muestran la tendencia natural de juntarse en un entorno acuoso. Los gérmenes, que también dificultan la cicatrización, poseen propiedades hidrófobas, por lo tanto, se quedan adheridos de forma irreversible a las fibras de los apósitos Cutimed® Sorbact®. Un ejemplo típico son las bacterias Gram positivas, como Estafilococos áureos, MRSA o estreptococos, además de los gérmenes Gram negativos como E. coli y Pseudomonas. Hongos como Candida albicans también se quedan adheridos a los apósitos Cutimed Sorbact.
José Puentes Sánchez, enfermero de la Consulta de Heridas Crónicas y Complejas del Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería, recurre a un ejemplo muy gráfico para explicar el modo de actuación de Cutimed Sorbact frente a otros agentes químicos: “Imaginemos una piscina llena de peces en la que los peces son las bacterias. Los antimicrobianos químicos actúan matando a los peces que siguen en la piscina y se van degradando dentro del agua. Los físicos funcionan de una forma mucho más limpia, pescando a los peces y retirándolos de la piscina”.
Este enfermero subraya que, entre las múltiples ventajas de los apósitos que incorporan antimicrobianos con modo de acción físico, destaca el hecho de que, al no llevar conservantes ni agentes químico-activos, pueden emplearse en un amplio perfil de pacientes. “Se pueden utilizar en recién nacidos, durante el embarazo, la lactancia, niños, personas inmunodeprimidas… el espectro es mucho más amplio que el de los antimicrobianos químicos. Como no producen muerte celular, no matan a los microorganismos y, por tanto, no producen endotoxinas bacterianas, sino que los retiran del lecho de la herida en cada cambio de apósito, no generan efectos adversos, daños colaterales o resistencias bacterianas. Además, no hay techo terapéutico, por lo que se pueden utilizar indefinidamente”, asegura.
Consenso sanitario a favor de los antimicrobianos con modo de acción físico
Su colega Adán Álvarez Ordiales, enfermero responsable de la Unidad Enfermera de Úlceras y Heridas Complejas del Hospital Clínico Universitario de Valencia, añade que existe un consenso generalizado en la literatura sanitaria sobre la conveniencia de dar prioridad a los antimicrobianos con modo de acción físico sobre los químicos. Sin embargo, este consenso no se ha trasladado todavía a la práctica clínica. “Muchos profesionales siguen empleando los antimicrobianos tradicionales basados en la plata o el yodo, en muchas ocasiones, por desconocimiento. Es necesario realizar un esfuerzo en la formación de los profesionales para que conozcan que existen alternativas muy seguras y eficaces”, comenta.
Uno de los aspectos que, a juicio de este especialista, inclina la balanza a favor de los antimicrobianos físicos es el manejo de la inflamación. “Cuando matamos la célula, que es lo que hacen los antimicrobianos químicos, liberamos mediadores inflamatorios que perpetúan el proceso. Si utilizamos los físicos, que no producen muerte celular, lo disminuimos y aceleramos, además, la cicatrización de la herida”, subraya.
Las indicaciones terapéuticas para el uso de los antimicrobianos con modo de acción físico son muy amplias. Álvarez Ordiales cita que los estudios indican que las patologías que causan úlceras crónicas irán en aumento en los próximos años. “Pacientes mayores de 60 años, que sufren lesiones relacionadas con la dependencia, úlceras por presión y lesiones por humedad, pacientes con úlceras del pie diabético y úlceras vasculares, por falta de aporte sanguíneo o de retorno venoso, pero también pacientes con úlceras de etiología rara con enfermedades autoinmunes u oncológicas son susceptibles de beneficiarse de esta tecnología”, asegura este enfermero.
El responsable de la Unidad Enfermera de Úlceras y Heridas Complejas del Hospital Clínico Universitario de Valencia aporta como última ventaja de los antimicrobianos con modo de acción físico frente a los químicos su papel preventivo. “Las heridas se infectan por la flora bacteriana que todos tenemos y necesitamos. El rol preventivo de los agentes químicos tradicionales está muy cuestionado, no así el de los físicos”. Este especialista concluye que “el abordaje futuro de las infecciones por heridas debe ir dirigido a utilizar una tecnología coste efectiva, con productos seguros, de muy amplio espectro y que puedan ser utilizados en una gran variedad de indicaciones y amplio perfil de pacientes”.