Una alimentación equilibrada y la toma de probióticos ayudan a mantenerlo en forma y a manejar situaciones en las que la función intestinal se haya visto alterada.
Por qué se considera al intestino nuestro segundo cerebro, la importancia y funciones de la flora intestinal y cómo afecta a nuestro bienestar lo que comemos centraron el Primer Taller para periodistas organizado por Zambon e impartido por las doctoras Estefanía Moreno, médico general, responsable del Área de probióticos en el departamento médico de Zambon y Laura Arranz, farmacéutica, doctora en Alimentación y Nutrición, responsable del Área de nutrición en el departamento médico de Zambon. Aquí recogemos las principales conclusiones.
El cuerpo humano no es un organismo estéril
El cuerpo humano se encuentra en simbiosis con millones de microorganismos que tienen un papel crucial en nuestro desarrollo. “La concentración más importante de estas bacterias, levaduras y virus la encontramos en la microbiota intestinal, conocida popularmente como flora intestinal, nombre que reciben los microorganismos que se hallan en nuestro intestino”, explica la Dra. Estefania Moreno. Aunque en otras partes de nuestro organismo, como la piel o la boca, existe también una gran cantidad de bacterias, alrededor del 95% del total que nos habitan se encuentran localizadas en el tracto intestinal.
Mantener una flora intestinal equilibrada es esencial y la alimentación, un factor determinante. “Aunque nuestro estilo de vida nos obligue, a menudo, a seguir dietas desequilibradas que provocan frecuentes alteraciones gastrointestinales debemos ser conscientes de que solo una alimentación sana favorecerá nuestro bienestar”, afirma la Dra. Laura Isabel Arranz. Además, hay que tener en cuenta que en la flora intestinal se genera la mayor parte de las células inmunitarias y el otoño es una estación adecuada para reforzarla y prepararla para hacer frente a la llegada de los meses más fríos. Junto a una alimentación equilibrada, el uso de probióticos nos será de gran ayuda.
Microbiota intestinal, nuestro carnet de identidad
Como hemos comentado, la flora o microbiota intestinal contiene decenas de millones de microorganismos, es decir, convivimos con 10 veces más bacterias y levaduras que células humanas, incluyendo al menos 1000 tipos de especies de bacterias conocidas.
De hecho, “la microbiota de nuestro intestino puede incluso pesar 2 kg, ¡más de lo que pesa nuestro cerebro! Un tercio de su composición es común a la mayoría de personas mientras que dos terceras partes, es específica de cada uno de nosotros. En otras palabras, la microbiota en el intestino es casi como un carnet de identidad”, comenta la doctora Moreno.
Si la microbiota está considerada como un órgano más de nuestro cuerpo, el intestino se interpreta como nuestro “segundo cerebro”, ya que contiene más de 100 millones de neuronas, la segunda concentración más importante del organismo después del cerebro. La estrecha relación entre la microbiota y esta elevada concentración de neuronas condiciona aspectos importantes de nuestra salud o estados de ánimo, como el nerviosismo o el miedo.
Algunas de las funciones más importantes de la microbiota intestinal son:
- Ayudar al organismo a digerir ciertos alimentos que el estómago y el intestino delgado no son capaces de digerir.
- Regular el metabolismo energético.
- Producir algunas vitaminas (B y K)
- Combatir agresiones de otros microorganismos, manteniendo la integridad de la mucosa intestinal.
- Desarrollo adecuado del sistema nervioso central.
- Tener un papel crucial en la maduración y el buen funcionamiento del sistema inmunitario, para el que realiza, además, una función barrera.
Su composición evoluciona a lo largo de la vida
La composición de nuestra microbiota evoluciona a lo largo de la vida, desde el vientre materno (en el que ya empieza su colonización) hasta la edad adulta y la ancianidad, estando muy relacionada con nuestro entorno y nuestra dieta.
“Aunque puede adaptarse enormemente al cambio, una pérdida de equilibrio en su composición y características aparece en ciertas situaciones, como en el caso de las diarreas o tras el consumo de antibióticos. Esta alteración se denomina disbiosis y se ha relacionado tanto con enfermedades intestinales funcionales – enfermedad inflamatoria intestinal- como con las alergias, la obesidad, el autismo o la diabetes” apunta la Dra. Moreno.
La exhaustiva investigación de los últimos años demuestra que nuestra microbiota, nuestra alimentación y nuestra salud están estrechamente relacionadas, y hace hincapié en la importancia de su cuidado mediante una dieta equilibrada o el uso de los probióticos adecuados.
Cómo alimentarnos bien
“Las bacterias no están en simbiosis con nuestro cuerpo por casualidad”, comenta la Dra. Arranz, “la microbiota afecta a nuestro estado nutricional, a nuestro metabolismo, a nuestro sistema inmunitario e incluso a nuestro cerebro y conducta y es la dieta el factor externo que más influye sobre ella. Una alimentación rica en fibra y alimentos favorables, y que evite aquellos que no lo son, conseguirá optimizar nuestro bienestar”, explica.
Por otro lado, la forma en que comemos, si lo hacemos deprisa, si masticamos mal, si comemos a deshoras o lo hacemos sin horarios constantes y, más todavía, si nos saltamos comidas o no ingerimos nada, todo afectará a nuestra flora.
Alimentos favorables, probióticos y prebióticos
Se denominan alimentos favorables los ricos en fibra como, cereales integrales, vegetales, galletas, frutas y legumbres.
Los prebióticos, que son sustancias que favorecen la presencia de microorganismos beneficiosos, como alcachofas, achicoria, legumbres, patata, trigo, avena.
Los probióticos, que poseen microorganismos vivos, como yogur, quesos fermentados, kéfir, pepinillo en vinagre, leche materna o yogur líquido.
Los hidratos de carbono, las grasas, las proteínas y la fibra son nutrientes esenciales para nosotros, la fibra también lo es para la flora intestinal, sin embargo, los azúcares no son necesarios para nuestro organismo pero sí son aprovechados por algunas bacterias y levaduras que pueden desequilibrar la microbiota.
Importancia de la fibra dietética y los “superalimentos”
No toda la fibra es igual: la soluble tiene capacidad de absorber agua y es alimento para la flora intestinal, su función es aumentar volumen, saciedad y tránsito y se encuentra en verduras, frutas, legumbres, cereales, frutos secos, semillas, etcétera.
La insoluble tiene la función de arrastre y está en la cáscara comestible de frutos secos y semillas, también en el salvado de trigo y otros cereales integrales.
Cuando hablamos de “superalimentos” nos referimos a aquellos que no pueden faltarnos a nosotros ni tampoco a nuestras bacterias ya que aportan muchísimos nutrientes que son clave para el crecimiento de una microbiota intestinal saludable. Por ejemplo: verduras, frutas, cereales integrales (trigo, avena, centeno), semillas (sésamo, lino) legumbres (lentejas, garbanzos, judías), frutos secos (almendras, avellanas, nueces, pistachos).
Qué comer cuando ataca la diarrea
Durante un proceso agudo de diarrea es necesario tomar una dieta astringente “con la finalidad de absorber el exceso de contenido de agua en la luz intestinal y procurar, a su vez, agua y nutrientes al organismo que ayuden a desinflamar el tracto intestinal”, aconseja la Dra. Arranz. Carnes y pescados blancos; patatas, zanahoria y arroz, pan blanco; plátano, manzana o membrillo son algunos de los alimentos permitidos.
Por otra parte, para favorecer la recuperación del proceso diarreico, debemos utilizar técnicas culinarias específicas: cocciones suaves (hervido, horno o plancha) y largas. El pan, mejor tomarlo tostado y la comida servirla a temperatura ambiente.
Ultra Levura, levadura probiótica que equilibra la microbiota
Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, aportan un beneficio a la salud. La condición básica es que sobrevivan al paso por el estómago y lleguen vivos al intestino para poblarlo. Saccharomyces boulardii, la levadura probiótica de Ultra Levura, está indicada para mantener el equilibrio de la flora intestinal en el tratamiento de la diarrea aguda y en la prevención de la diarrea asociada al uso de antibióticos, tan habitual en este cambio de estación.
Síntomas y prevención de la diarrea del viajero
La diarrea del viajero es frecuente cuando se visitan lugares en los que la comida, el clima o la higiene son distintos de los habituales. Una de sus causas es la bacteria Escherichiacol que suele proceder de la ingesta de agua no potable o alimentos contaminados por una incorrecta manipulación.
Un elevado número de deposiciones blandas o líquidas -de cuatro a diez o más por día-, dolor de cabeza, cansancio, náuseas, fiebre o dolor abdominal son algunos de los síntomas que pueden asociarse a la diarrea del viajero, cuya duración oscila de uno a cuatro días aunque puede prolongarse hasta diez.
Para combatirla, un método seguro y efectivo es la toma de determinados probióticos como Ultra Levura que ha demostrado alta eficacia en numerosos estudios.
Para recuperarse después de los antibióticos
Con la toma de antibióticos se produce la desaparición de determinadas bacterias de la flora intestinal, mientras otras se incrementan sustancialmente. Dependiendo de qué especies bacterianas sean las que sobrevivan y se multipliquen después de la exposición antibiótica, será mayor o menor el riesgo de desarrollar algunas enfermedades en el futuro. El uso de probióticos evita esta situación de desequilibrio bacteriano y la depleción del sistema.