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Si quieres perder peso, cuida tu tejido adiposo

Dieting concept. Young Woman choosing between Fruits and SweetsDurante años hemos pensado que la grasa es algo que debemos eliminar y que el tejido adiposo es simplemente el “almacén” de esta grasa, lo cual es cierto, pero además de ello, es mucho más complejo; juega un papel importante en la regulación del equilibrio energético dentro de nuestro organismo, entre otras cosas. En el momento en que se descubrió la importancia del tejido adiposo, el trato hacia éste cambió. Las células que lo componen (adipocitos) van a liberar una serie de moléculas implicadas en varios procesos biológicos, entre los cuales se encuentra la activación del metabolismo energético. 

En caso de obesidad y sobrepeso, la liberación de estas moléculas se ve alterada. Al ir acumulándose grasa, las células aumentan de tamaño excesivamente, lo que provoca que no llegue oxígeno suficiente a las células (hipoxia) y el tejido adiposo comience a inflamarse, al producirse una gran cantidad de radicales libres y de sustancias que favorecen la inflamación de éste. El Dr. Pierluigi Rossi, médico especialista en Ciencias de la Alimentación, lo explica de una manera más técnica: ya que el órgano adiposo tiene gran importancia en la gestión de la energía metabólica (lipólisis) y en la quema de la misma (termogénesis), y estas funciones resultan comprometidas. “Entre las consecuencias especialmente negativas que esto tiene para la salud -continúa Rossi- está la aparición de la resistencia a la insulina, lo que dificulta el correcto equilibrio del metabolismo, en particular el glucídico, y esto comporta el posterior aumento de peso y predispone al organismo a las diversas enfermedades asociadas típicamente con la obesidad, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Pero, atención, no estamos hablando de la clásica inflamación que produce molestias y que se desarrolla con unos síntomas visibles, sino más bien de un estado celular que no se hace notar, pero que sin duda genera daños a nivel metabólico. Esto explica, al menos en parte, por qué a tantas personas con sobrepeso y obesas les cuesta mucho adelgazar a pesar de esforzarse, ya sea en la dieta o en la realización de ejercicio físico”.

En todo esto, la alimentación puede tener un papel crucial, contribuyendo a normalizar el estado de hiperinflamación del tejido. Gracias a los recientes descubrimientos de la genómica nutricional, hoy sabemos, en efecto, que las moléculas de los alimentos que consumimos cada día pueden «dialogar» con nuestro patrimonio genético (el ADN) y ejercer una especie de regulación sobre diversos procesos bioquímicos, incluidos los implicados en el mantenimiento de la inflamación. Existen algunos alimentos que funcionan como antiinflamatorios, por ejemplo los ácidos grasos «buenos» omega-3, presentes en las nueces, en las semillas de lino y en el pescado, la cúrcuma, el té verde y las semillas de uva. También las moléculas naturales contenidas en la verdura o en la fruta tienen la capacidad de inducir a nuestro organismo hacia la modalidad «pierde peso», haciendo que nuestros genes produzcan sustancias antiinflamatorias. Por el contrario, existen algunos alimentos, como aquellos que contienen grasas saturadas, que son capaces de hacer que nuestro metabolismo sea más lento y de aumentar la inflamación.

Por tanto, más allá de la cantidad que ingerimos es importante hablar de qué comemos. Ciertos alimentos reducen el metabolismo y hacen engordar, mientras que otros lo mejoran y hacen adelgazar, disminuyendo la inflamación y mejorando la sensibilidad a la insulina (reduciendo el riesgo de padecer diabetes del adulto). Y esto contradice el paradigma todavía hoy dominante sobre el control del peso, el cual considera que para adelgazar basta con reducir el número de calorías consumidas. Solo mediante la selección de los alimentos, y por tanto de las moléculas que ingerimos, podemos controlar nuestro peso.

Elisabetta Boncompagni.
Investigación y Desarrollo de Aboca